¿Qué pasaba por la cabeza del primer hombre que pisó la luna? ¿Qué le hacía diferente al resto? ¿Llevaba una vida normal? Mientras los fans de las teorías de la conspiración se siguen planteando si realmente ocurrió, Damien Chazelle centra todas sus preguntas en el hombre que hay detrás del mito. “First Man” dibuja así un retrato intimista sobre Neil Armstrong y las circunstancias que le llevaron a ser el protagonista de la misión más importante de los Estados Unidos durante la Guerra Fría.
La película resulta entretenida y fácil de ver, a pesar de sus más de dos horas de metraje, gracias a su buena factura y el gran reparto que rodea a Ryan Gosling. El retrato personal y familiar es aderezado con puntuales escenas de acción, tratadas también desde un punto de vista muy íntimo, lo que le permite huir de grandes despliegues visuales que encarezcan aun más la producción.
Chazelle, que apuntaba a convertirse en uno de los protagonistas de la renovación del aletargado Hollywood actual, tiene el riesgo de ser devorado por esa máquina de hacer productos de consumo y dejar atrás el soplo de aire fresco que supuso su aparición con “Whiplash”. Como muchas de los productos de esa industria, “First Man” no pasa de ser un mero entretenimiento que no aporta nada nuevo al género.
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