SER ALGO MÁS

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youssou-ndourA mí nadie me engaña. Saltaríamos la valla sin dudarlo. Si mirásemos al frente y viéramos que sólo un cerco nos impide ser algo más y encontrar el paraíso en la tierra, cualquiera de nosotros saltaría todos los muros que obstaculizan el alcanzar ese sueño. 

Si pudiéramos elegir dónde nacer, escogeríamos un lugar en el que existiera la paz, la prosperidad, oportunidades para vivir, para soñar, para ser algo más. Si lo que nos impulsa a huir es la barbarie, la miseria, la muerte… nuestro anhelo de sobrevivir y de evitar el padecer el resto de nuestra vida el yugo de la imposibilidad y del temor, la inmigración se convertiría entonces en una necesidad. Si fuéramos ese inmigrante, claro que saltaríamos la valla. En cambio, los que ya vivimos en la tierra prometida vemos al recién llegado como un invasor. Nos aferramos al viejo Gran Torino, colocamos más vallas entre él y nosotros y nos quedamos mirando con recelo al extranjero que se aproxima a nuestras herencias, herencias que recibimos de otros que también fueron inmigrantes, porque todos somos hijos de nómadas.

Lo que sobrepasa la lógica es la actuación a través de lo irracional, del asalto al patriarca que acoge, de la violación de los principios y leyes a los que el viajero busca atenerse, de la adopción del lenguaje de “es mejor pedir perdón que permiso” y saltar la valla sin mediar más palabra. Toda partida de nacimiento necesita de un papeleo, al menos así se estableció en Occidente, sino aparecerían retoños por cualquier lado exigiendo leche materna. No consiste en dar de mamar a todos los huérfanos, dejar sin hijos a una parte del mundo porque ha dejado de ofrecer leche, sino en ayudar y dar alimento a esas madres patrias que se han quedado sin sustento que ofrecer y convertir al mundo en una camada sana.

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