Documenta 2013: “El otro día”

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El largometraje “El otro día” es más que un documental, por contar las vivencias del pasado en primera persona del realizador Ignacio Agüero tras colocar la cámara dentro de su casa para que, presentándose sus protagonistas en la puerta de la misma, (ciudadanos anónimos que iluminan con su supervivencia los objetos de la casa del realizador para que él los convierta en los respetados intérpretes de su estampa cinematográfica y salga a la calle en busca de sus testimonios) se transforman en los declarantes de las dos horas de metraje. “El otro día” es así una película absorbente, melancólica y que deja un poso de algo que va más allá que el metalenguaje del documental deja entrever, para superponerse a la transcripción testimonial de estas personas y llegar a fundir el pasado y el presente. El pasado de los objetos de la casa, donde la luz les llega a través de las ventanas de un exterior que marca el presente, y el estado actual de las cosas, donde los personajes marcan la pauta, llamando a la puerta del protagonista para poder elaborar así el trabajo de cámara en mano y transcribir la musicalidad del presente a través de los hogares de otros. Y todo lo hace con pocos medios y una idea esencial, muchas veces, difícil de llevar a escena: el descongelar el pasado en el presente.

Quizá hayan sido demasiadas las dos horas de contar todo esto para una y otra vez volver sobre lo mismo y repetir las imágenes de objetos, donde la luz cambia de color sobre ellos. E igual sean demasiados los testimonios de la gente que toca la puerta del protagonista para que éste, descubra retazos de sus vidas. Y las dos horas de pausada aflicción hacen mella en el espectador más avezado en este tipo de largometrajes. Pero la película levanta el vuelo cuando los protagonistas, antes anónimos, desnudan su presente ante el director y nos hacen ver la realidad, la luz que cambia en el rostro de cada uno de golpea la puerta, que se pueda encontrar en la calle o que se cruce en el camino de manera fortuita.

Y es el devenir de la esperanza la que queda en el rostro de los que nos hemos encontrado en el camino, de los que nos hemos cruzado en un momento determinado de nuestras vidas. Y de eso trata este documental.

Ignacio Agüero, al que se le ve de manera indisimulada la admiración por autores donde el valor de la imagen pueda más que la artificialidad de la estructura (Bergman, Godard, Perec,…), ve en el fondo la esencia de lo que quiere narrar; aunque, lo alargue durante dos horas, que a muchos pueda hacérselas eternas. Tan eternas como los cuentos de una vida tras otra.

Aún así, quien se atreva a entrar en el mundo de “El otro día”, descubrirá el trabajo admirable de un director amante de la idea de la ilusión como fundamento de algo que cubre el rostro de algo forastero que se convierte en reconocible. Y que se pasea, cada día por cualquiera de nuestras calles, en todas las ciudades del mundo.

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