Aquí tenéis dos micro críticas donostilanderas de Rifkin’s Festival
Las sospechas de que esta no iba a ser “una de las buenas” de Woody Allen se confirmaban esta mañana en el estreno de la esperada “Rifkin’s Festival”. El nada estelar casting, algunas imágenes filtradas y los rumores de tratarse de una película financiada con fines turísticos, nos hacían temernos una peli floja (porque Allen no hace pelis malas). Da la sensación de ser una película hecha con cierta pereza o sin que el director neoyorquino se haya estrujado mucho la cabeza: diálogos poco brillantes, situaciones previsibles y ninguna secuencia que vaya a ser memorable dentro de su filmografía. Ni siquiera las secuencias oníricas en las que homenajea a los grandes maestros del cine europeo que tanto le inspiraron, hacen olvidar la falta de punch de la historia central.
¿Y San Sebastián?, ¿Cómo se ve nuestra ciudad en esta gran presentación al mundo? Siendo sinceros, la ciudad tampoco luce como esperábamos, con una selección de escenarios algo obvios y repetitivos que ni la luz de Storaro (con un abuso de atardeceres dorados y colores algo edulcorados) consigue hacer brillar. A pesar de todo y, aunque la sensación es de oportunidad perdida (qué pena que no es “una de las buenas”), el espectador donostiarra disfrutará descubriendo los rincones por los que pasea a diario, convertidos en escenarios Hollywoodienses.
Iñaki Camacho
Cierto, no es una obra maestra ni su mejor película, pero es simpática y entretenida, y una película típica de Allen, en su forma y en su contenido.
Rifkin, el protagonista es una vez más el Alter ego del genio neoyorquino que nos ofrece su testamento, consistente en el cine y la vida (otros dirían que las mujeres).
Las secuencias en las que homenajea a los grandes maestros del cine europeo son divertidas y agradables para un cinéfilo, si bien se abusa de ellas.
Y quizás sea cierto que deja sitios de Donosti míticos y repite algunos, y que a veces se habla más del Festi en vez de aparecer o notarse, que no hay una escena del Victoria Eugenia a rebosar de público, uno de las características del Festival, pero como se dijo en la rueda de prensa de presentación del rodaje, el presupuesto era bajo y también decir que Allen aceptó el encargo de Roures de rodar una película ambientada y localizada en España, y como ha manifestado: “Si San Sebastián fuese reconocida por hacer cerámica, hubiese escrito una historia sobre la cerámica».
Hay que recordar que en el título no aparece San Sebastián a diferencia de otras películas de ciudades del director, y que el título es el Festival de Rifkin, no el Festival de San Sebastián.
En cualquier caso, la película es un homenaje a San Sebastián y al cine, y es una suerte para la cuidad que Woody Allen la haya filmado. Y se ve a gusto.
A los que nos dais me gusta en las fotos de Sanse que subimos a la web, sobre todo dese Donosti y Madrid, sé que os gustará.
Carlos Minondo
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