El Festival arrancó con la poderosa nueva película de Jacques Audiard que llegaba a San Sebastián tras recibir varios premios en Cannes (del Jurado y al reparto femenino en su conjunto). La sólida y valiente trayectoria del cineasta francés dio un paso más al salir airoso con está atrevida propuesta. Un duro relato sobre la identidad y la lucha entre el bien y el mal, con el trasfondo del crimen y el narcotráfico en México.
Una abogada criminal recibe una oferta millonaria del líder de un peligroso cártel para ayudarle a dar un cambio radical en su vida. Lo curioso es que Audiard decide abordarlo con secuencias musicales y poderosas coreografías en las que su increíble reparto, comandado por una gran Zoe Saldaña, despliega todo su talento artístico. Sin embargo, su imagen dura e iluminación contrastada nos recuerda que estamos ante un drama y no un alegre musical.
La película va derivando en una extravagante trama que lleva hasta el extremo su premisa y que probablemente, sin la mano firme de Audiard, podría haber caído en el disparate. El habilidoso director consigue hacer creíble la historia y mantener al espectador enchufado hasta el final.
Sin comentarios