Francis Lawrence, director del filme y de los anteriores lanzamientos de la saga, regresa con su habitual tono épico dramático empapando una historia (que podría haber sido como cualquier otra) de realismo y simbología, haciendo que ésta transcienda incluso más allá de las pantallas. El director no erró al escoger grabar esta trilogía en momentos oscuros como los que estamos viviendo; la rebeldía de Katniss (Jennifer Lawrence) contra el Capitolio y sus políticas autárquicas e incluso tiránicas han emocionado a una generación de espectadores que esperan el mismo cambio político social. En esta tercera parte, la joven del arco y la trenza, tras desbaratar de nuevo los últimos juegos, se encuentra a sí misma como símbolo –y propaganda- de la rebelión del Sinsajo, pero su intención de liderar la batalla se debilita cuando los más inocentes, los más débiles y Peeta (Josh Hutcherson), prisionero del presidente Snow (Donald Sutherland), sufren ante cada provocación rebelde.
Como vimos en las anteriores películas, Francis Lawrence rescata y resalta el fondo más social y comprometido con la realidad, como es el tema de los medios de comunicación como poder, pero también como ventana e instrumento del mal, o el de la guerra, incidiendo en cómo se ejecutan los actuales conflictos, que se han convertido más en un conjunto de acciones terroristas. Con la idea detrás de “lucha o muere”, el director busca justificar la rebelión mostrándonos la parte más miserable de los revolucionarios. La guerra, el desastre, la muerte, el dolor, el miedo… son ecos que resuenan constantemente o se hacen visibles a lo largo del filme. De esta forma, el director nos prepara para lo peor y para visualizar en la última parte cómo de las cenizas emerge la esperanza (expresada en forma de Sinsajo y personificada en Katniss).
Para los que nos hemos leído los libros, sabíamos qué nos íbamos a encontrar, e incluso dónde el director querría cerrar esta primera parte del último de los libros; en efecto, justo cuando lo mejor va a empezar… Pero la sorpresa de nuevo nos acoge al descubrir que Francis Lawrence consigue convertir una retórica algo ñoña en una épica audiovisual admirable, al igual que ya nos demostró en los dos anteriores filmes. Como parece gustarle al director, explora al máximo los personajes (advertible en otras obras suyas como “Soy leyenda” o “Constantine”), siendo su pilar e impulso de la historia. De nuevo Jennifer Lawrence se pone al frente de las pantallas, como atracción y llama de la rebelión, atrayendo a múltiples de fans que no se cansan de verla protagonizando las últimas películas de éxito (“X-Men”, “La gran estafa americana”, “Serenna”…). La actriz resalta de nuevo en intensidad, capaz de dar la nota tanto en el drama como en la comedia (gracias a lo cual ya lleva dos Oscars ganados…), demostrando una personalidad potente que deja pequeños a sus compañeros de reparto. En esta última parte, Liam Hemsworth comparte protagonismo con Lawrence interpretando a su mejor amigo “con derecho a roce”, quien busca su sitio en la nueva fuerza armada rebelde. Donald Sutherland, haciendo del malvado Presidente Snow, cierra este potente triángulo, apareciendo en pantalla mucho más de lo que se lo permitió la autora de los libros.
Como en las anteriores películas, la forma de expresión más empleada por el director es la de los medios de comunicación, ya sea a través de los paneles televisivos donde se emiten los mensajes del Capitolio o de la rebelión, o siguiendo al equipo de cámara que acompaña a Katniss durante su propaganda de guerra. Por lo tanto, en momentos de máxima acción, se nos lleva agitadamente con cámara en mano persiguiendo a los protagonistas, mientras que en las tomas más relajadas el director aprovecha para acercarnos al máximo a los personajes y recoger de ellos la mayor emoción.
Los espectadores, aunque cansados de esperar para saber el final de la historia y algo desanimados ante una parte incomprensiblemente separada (evidentemente por fines económicos), se han quedado con una filmación algo más lenta que las anteriores, no tan épica y sí más dramática (y eso que se desarrolla lejos del cuadrilátero donde niños y jóvenes se mataban).
Sin comentarios