El año 1989 marcó un antes y un después en la historia de la Humanidad. El antes fue un tiempo sin conciencia, donde la dignidad de la persona estaba medida por su valor dentro de una sociedad específica dirigida por una política cambiante y caprichosa, protagonizado por rebeliones cada vez más insistentes (la revolución francesa y la americana, la Guerra de Secesión americana, la Partición de la India…) que exigían un mayor reconocimiento de los principios fundamentales del ser humano y donde los países, tras los dos mayores desastres de la historia de la Humanidad (las Guerras Mundiales), recibieron la lección de que, sin unidad y dirección pacífica y verdadera, no hay futuro y, menos aún, esperanza. El después fue un tiempo de renovación, de redención, de búsqueda de la justicia, la verdad y la igualdad. Se fortalece la organización de las Naciones Unidas (cuyo fin es buscar la unidad en la paz y la seguridad internacional), se finalizan conflictos de ideologías y se persiguen políticas asentadas en la democracia, renace la era de la información, de la globalización y el encuentro entre culturas, terminan la mayoría de los fascismos y las dictaduras; “con el desmoronamiento del muro se produce un punto de inflexión al desaparecer los condicionantes de la escisión ideológica Este-Oeste y permitir al sistema internacional de Naciones Unidas aflorar valores y objetivos más allá de los Estados” (Araceli Mangas, catedrática de Derecho Internacional Público y RRII). No obstante, quedan bloques y muros que derrumbar, guerras perpetuadas por la ideología y las diferencias culturales y religiosas (Iraq, Afganistán, Siria, República Democrática del Congo…).
La liberación de la ideología supone romper muros que bloquean la conciencia internacional. Democracia era una palabra que se vinculaba sólo y exclusivamente al mundo occidental, en especial tras las grandes guerras, pero que hasta hoy en día resuena en los lugares que siguen una tradición más ancestral o dictatorial, buscando, por ejemplo, elecciones universales. Es obvio que se ha demostrado que la estabilidad y el bienestar van ligados a instituciones democráticas. Es un gran logro que, tras las Guerras Mundiales, se haya logrado un consenso mundial en torno a temas como los derechos y los deberes humanos, sociales e incluso estatales. Se han creado diversas instituciones cuya expresión se alza por encima de los intereses de los estados y de los poderes en la defensa de los valores más fundamentales (Naciones Unidas, ONGs…), que han alcanzado incluso el poder de decir y denunciar a los gobernantes qué limites se han infringido.
No obstante, también se hace evidente que tras la caída del muro de Berlín los estados también se han hecho más vulnerables: defender unos principios y valores sitúa al bien en clara desventaja frente al mal, que opera sin límites ni direcciones salvo las suyas propias; la transparencia y la voz popular pone todas las cartas sobre la mesa, dejando fácilmente la puerta abierta a los errores y la infiltración de debilidades y egoísmos y, además, la globalización genera una sociedad del encuentro que, por supuesto, abre viejas y nuevas heridas. En la evolución hacia la búsqueda de la unidad de la Humanidad, donde las banderas sean libertad, justicia, caridad e igualdad, el camino se vuelve más pedregoso porque existen más limitaciones, más factores disonantes que concordar y, por supuesto, más frentes abiertos que defender y proteger, siempre con las armas de la legalidad, el respeto y la apertura.
A partir del año 1989, se abre un mundo de nuevas esperanzas en medio del maremoto de complejidades, donde el bien ha de decidir si toma distancias frente al mal escogiendo rechazar los egoísmos y comodidades, porque la Humanidad ya es lo suficientemente madura como para comprobar las causas y las consecuencias del levantamiento de nuevos muros.
Scorpions compuso esta canción, «Wind of Change», pocos meses después de la caída del muro de Berlín, donde se exaltar la esperanza, la concordia… El silbido del famoso roquero imitando el empuje del viento rompiendo muros aún puede sonar en el año 2014, donde los muros que se han levantado no sólo son de piedras pero que, al igual que en el año 1989, la Humanidad aún se esfuerza por permanecer cada vez más en paz y unidad.
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