La primera creación de Cristóbal Balenciaga ideada para las artes escénicas es el vestido que diseñó para la bailarina María Elena Arizmendi, que interpretó en 1935 en el Kursaal de San Sebastián el Bolero de Ravel, pero no es hasta finales de esa década cuando las colaboraciones del creador con el mundo del teatro y la danza empiezan a multiplicarse. Entonces participó en el diseño del vestuario de obras como Orphée, de Jean Cocteau, o Les justes, de Albert Camus entre otros grandes autores de la Comédie Française.
Casi siempre movido por la relación personal de amistad con las artistas, el modista también trabajó para montajes españoles, entre otras, vistió a la actriz Isabel Garcés o a Amparo Soler Leal. La exposición tiene sorpresas como que Balenciaga diseñó para Lola Flores o una jovencísima Rocío Jurado… Excepcionales son los tres trajes, recogidos en las muestras a través de varias fotografías, que Balenciaga creó para Antonio Ruiz Soler, conocido como Antonio El bailarín, de inspiración goyesca, y que supone el diseño de unas prendas masculinas en un modista que sólo creó para mujeres.
No se si será conocido para el público que Balenciaga creó el vestuario del Orfeón Donostiarra allá por los años 60, también por amistad con unas orfeonistas que trabajaban en su taller.
Pedro Usabiaga, famoso fotógrafo donostiarra, es el comisario de esta exposición que se ha gestado a lo largo de dos años, y que es fruto del trabajo de muchas personas que poco a poco han rescatado de archivos, de periódicos o de álbumes personales imágenes u otros documentos relacionados con estos diseños. La muestra, precisamente partió, después de que el comisario encontrara en un anticuario de París un programa de teatro de mano de la obra Histoire de Rire, de Salacrou, estrenada en 1939, en el que se indicaba que el vestuario había sido diseñado por Balenciaga.
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