Largo viaje hacia la noche (Bi Gan)
Los recuerdos de piedra se reflejan en cristales rotos, Avanzamos con el protagonista por túneles, con escaleras que desembocan en cisternas donde la materia se descompone y se regenera. Entre cortinas de humo de cigarrillos, se desdibuja el juego de la vida sobre un mundo que no acaba.
La película está llena de metáforas visuales, de hallazgos sorprendentes que subrayan lo poético del hombre que busca entre el sueño y la memoria. La tierra y las casas se mueven, los vasos se rompen al paso de los trenes. Las cobras introducidas en urnas de cristal atacan. Llueve sobre el mercado nocturno. En el corazón de las manzanas está el antídoto a la tristeza. Cuando comemos no mentimos.
Secuencias con carga erótica: folladas en el túnel de lavado de coches y besos líquidos que reconcilian al ying con el yang.
Estampas escondidas en el viejo reloj dan la pista. El tiempo todo lo cambia, dejamos de parecernos a lo que fuimos. Hay ladrones que roban historias de amor y karaokes donde siempre suena la misma canción.
El protagonista se pierde tras la pantalla del cine porno, donde la película adquiere una tercera dimensión entre el reloj roto que marca la eternidad y la bengala que se consume en un instante.
Se trata de una película que recrea una atmósfera onírica llena de poesía que nos asombra con sus hallazgos visuales y su virtuosismo, donde la estética se impone sobre la coherencia.
Vía #JMConte
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