Además de ser una película que abraza la diversidad, que rinde homenaje a los mayores LGTBI que todavía tuvieron más difícil vivir como querían, la película CANTANDO A LAS AZOTEAS es un canto a la bondad natural.
Gilda Love / Eduardo (95) es transformista y vive en el mítico barrio chino de Barcelona, en la zona no gentrificada. Su mísera pensión no alcanza para pagar deudas, necesita seguir actuando para recuperar la dignidad y sobrevivir, su sueño es morir en el escenario. Sus prioridades se ven alteradas con la llegada de Chloe (2). La niña de familia desestructurada se quedó sin hogar, su madre volvió a desaparecer y su padre está en la cárcel.
Magníficamente interpretada por Eduardo este docudrama social nos muestra a este paquidermo escénico, con sus luces y sus sombras. Emulando a las folclóricas, cargado de maquillaje y de vivencias, … nos enternece. Le vemos subirse a los tacones con esas piernas ulceradas. Deja que la niña juegue con el último pintalabios. Sin perder la chispa y la picardía este hombre travestido nos muestra como se puede envejecer viviendo contracorriente, sin resentimiento, sin perder la capacidad de querer y de hacer el bien a los demás. Sonriendo cuando acude a las colas del hambre, conviviendo con los animales que invaden su piso, sin desesperarse cuando las cartas que comunican impagos de los bancos se amontonan. Siempre dispuesto a dar lo mejor de sí mismo. El director Enric Ribes mete el dedo en la llaga, da visibilidad a esta otra cara del mundo LGTBI, lejos de los intereses comerciales, con una gran calidad humana.
Critica de #JMConte
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