Una intimidad truncada, demencia incomprensible y amateurs con buenas herramientas; todo un descubrimiento del Festival.

Debutando con su primer largometraje, Michel Franco zarandea la moral de los espectadores con este film. Un jovencísimo Darío Yazbek Bernal,  hermano del espectacular profesional Gael García Bernal, encarna un papel difícil; después de un secuestro amenazante de muerte obligan a Daniel (Darío) y Ana (Marimar Vega) hermanos de sangre en el audiovisual, a tener relaciones sexuales mientras que son grabados por tres individuos. Todo un drama.

Pero no un drama cualquiera; son escenas duras donde el mero hecho de la imaginación  juega una mala pasada al espectador. La duración de los actos sexuales es larga, la agonía y al mismo tiempo la curiosidad de la resolución se hacen eternas.

El director no escatima cuando se trata de fundidos en negro; ya que son necesarios en ciertos momentos para respirar aire no infectado de “culpa y silencios” palabras textuales del protagonista Daniel Yazbek Bernal.

Michel Franco a su temprana edad se atreve a presentar livianamente un tema tan controvertido como el incesto entre hermanos. La etimología de la palabra nos descubre su esencia; impuro.

En una sociedad de tradiciones y costumbres esta película puede ser muy angustiosa e incómoda, pero una experiencia totalmente recomendable, la de ver el film, obviamente.

Hay escenas donde los silencios, otro de los grandes puntos, llegan a violar desmesuradamente y en otros momentos entorpecer un ritmo que parece avivarse por momentos para caer en shock por segunda vez.

“Las lecturas” palabras del director “pueden ser varias, al igual que el final”, el alivio acompaña los últimos frames pero la libertad de interpretación también.

Elísabet