Cae la noche cuando el protagonista escucha la voz del padre fallecido que demanda el banquete funerario que permitirá emprender la última etapa del viaje de la vida. Pero antes el hijo debe enfrentarse a una realidad física y espiritual.
La película se va alejando de los tópicos y nos lleva a un plano metafísico, lo que duele el alma cuando defraudamos porque no hacemos lo que de nosotros se espera. Nos lleva a esa frontera permeable entre la vida salvaje y las ciudades en el Amazonas desde la que se proyecta cual lanzallamas la ambición que todo lo calcina.
Es una película donde contrasta la belleza de la naturaleza con la denuncia. Descubrimos el lado humano en la primitiva conexión con la naturaleza más allá del exotismo y nos identificamos con el salvaje sin juzgarlo.
Todo transcurre a un ritmo calmo, el que se requiere para escucharnos a nosotros mismos y que en nuestra cultura occidental nos es tan ajeno.
Se trata de un drama documental portugués dirigido por Joao Salaviza y Renée Nader Messora que viene avalado por varios premios, entre ellos el Especial del Jurado en Un Certain Regard de Cannes.
Critica de #JMConte
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