El renacimiento del superhéroe como antihéroe

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Lo especial de un superhéroe es que inspira y, a pesar de tener defectos, como todo ser humano, demuestra que se pueden corregir los errores y luchar por lo que es correcto. Los superhéroes son idealizados, no por su poder ni porque luchan contra el mal, sino porque demuestran la idea de que el mal puede ser vencido.

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Estados Unidos es el país de los vigilantes y de los vengadores, sede de los superhéroes, amparado en la defensa de uno mismo y de los suyos a sangre y fuego como derecho desde la creación de la Primera Enmienda en 1787. Del continente hemos visto nacer las numerosas series de cómics que describen, camuflada tras la ficción, la historia y la personalidad de Norteamérica y Hollywood se ha convertido en la fábrica que transforma esas sagas y las alimenta de espectacularidad audiovisual e innovaciones tecnológicas. Sin embargo, a parte de los efectos especiales, en esas obras resalta el drama de un tiempo –la posmodernidad- y la crisis de unos ideales a través de la figura del superhéroe que, en el cine de los últimos años, renace como antihéroe, víctima de un mundo que oscila entre el bien y el mal, que encarna la búsqueda de la verdad absoluta frente al relativismo. Representa un ideal de hombre.

 roshak-referentEl siglo XX es la etapa temporal que más tragedias ha escrito y creado, reflejo de la cultura posmoderna de la humanidad. Los cómics de superhéroes surgen durante las Guerras Mundiales, etapa de una profunda crisis de la humanidad –“los sueños de la razón producen monstruos” dice Goya-. El hombre, a partir de entonces, se dio cuenta de que estaba sometido al drama del mal moral producido por él mismo. Por eso, frente al ejemplo del ideal griego, el nuevo héroe moderno se muestra vulnerable, humano; es un antihéroe que encuentra su heroicidad a lo largo del camino. Frente a un hombre recubierto de poder y ajeno al mundo se ensalza el lado más humano y su don de superhéroe reside en darse a sí mismo por ser quien es -su poder al servicio de los demás- (“un gran poder, conlleva una gran responsabilidad”, oíamos decir al tío de Peter Parker al futuro Spiderman en la película de Marc Webb). En este camino de santidad, el antihéroe se convierte en héroe y referencia de la nueva sociedad. El cristianismo trae una respuesta al héroe griego. El héroe representado por Cristo no es un desesperado; ante el dolor y el sufrimiento, sabe que hay esperanza, se pasa del egoísmo al propio sacrificio, y el lema del nuevo héroe es “proteger y servir”. Los superhéroes de la nueva modernidad nos muestran el rostro del mal y el del bien, la crisis de valores y el miedo a lo ajeno y desconocido, pero también esperanza. En su conjunto, nos remiten a las faltas y debilidades de la posmodernidad, pero además a lo que de verdad salva a las personas: el amor, el perdón, la humildad…

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 El miedo al mal por el mal, a la destrucción del orden, a la pérdida de valores humanos y sociales, al terrorismo, lo encontramos en la historia de Batman. Tras el 11S, el ataque terrorista a las Torres Gemelas, icono de poder de los Estados Unidos, la violencia irracional inauguró la sociedad y la política del miedo, encarnada en el cómic en la figura del Joker y los criminales que lo rodean; aquí, el héroe se encuentra en la dualidad, el caballero blanco contra el caballero oscuro, en la lucha por no desvirtuar su código moral mientras imparte justicia y paz, máscara de todas esas personas que llevan una labor responsable para con la sociedad (políticos, abogados, policías, economistas…). El poder de la ciencia, la ambición de llegar a manejar el poder de Dios, es tratado en las obras de Hulk o Spiderman, donde el exceso conduce a la propia spiderman-wallpapers-amazing-spidermanautodestrucción. Los inadaptados de la sociedad se reflejan en los diferentes personajes de X-Men, quienes representan un grave problema de la actualidad: el respeto al otro, a las minorías, al valor de las personas por lo que son… Superman, obra de unos autores judíos, Jerome «Jerry» Siegel y Joseph «Joe» Shuster, hace alusión a la figura mesiánica de Cristo: un niño es enviado desde el planeta Krypton a la Tierra, donde siembra esperanza a través de su entrega por los demás. La saga de Los Vengadores, actualmente desarrollada por el director de cine Joss Whedon, recoge a muchos de los protagonistas de los cómics, los enfrenta juntos a las calamidades que amenazan el mundo y demuestran que el trabajo en equipo es necesario porque uno no puede hacer la guerra por su cuenta –mensaje que ha calado muy bien en el actual contexto de crisis económica y de valores-. Estos son algunos de los ejemplos que están triunfando en las pantallas cinematográficas durante los últimos años que, aunque atraen a numerosas audiencias, también pueden llegar a agotar por las repetitivas y casi protagonistas escenas explosivas (¿cuántas veces hemos visto caer Nueva York y San Francisco?).

 ¿Cómo explicamos entonces el auge del cine de superhéroes? En momentos de desesperanza, de pérdida de valores, de falta de verdad y de amor, unas figuras, los antihéroes, se convierten en modelos humanos a pesar de sus debilidades y errores, en superhéroes, y sin hacer acopio de sus dones o poderes, con su insistente lucha y su entrega nos demuestran que aún existe esperanza a vivir por un sentido, a lograr aquello que parece imposible, ayudándose los unos a los otros, con la certeza de que existen parámetros de cambio y de realización humana.

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 “Vivimos tiempos mediocres, señora Dunn. La gente empieza a perder la esperanza. A algunos les cuesta creer que haya cosas extraordinarias dentro de ellos y de los demás”. El protegido (M. Night Shyamalan, 2000)

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