El retorno del bardo

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Decir Lluís Llach es evocar toda una época y eso hace que a veces nos olvidemos del presente, presente absolutamente enriquecedor y genial como lo ha demostrado en la presentación de su último trabajo: Jocs.

Los viejos roqueros nunca mueren y los cantautores tampoco, no hay más que ver a Lluis Llach. El “cantante de Verges” subió a un escenario por primera vez en 1967 y desde entonces ha sido la voz crítica de la conciencia de izquierdas y la pesadilla de los conservadores. Sufrió persecución franquista y censura, lo que le llevo al exilio.

Destacado colaborador de «la nova cançó”, es algo más que un cantante catalán, es todo un símbolo y un referente, es un bardo necesario en estos malos tiempos para la lírica.

Este rebelde con causa anda de gira por toda España para presentar en directo su último trabajo, y afortunadamente ese peregrinar le llevo al Kursaal de Donosti.

En los “Cubos” asistimos a un concierto distinto, con sabor a canción protesta, sobre todo si los comparamos con los de OT, si es que se puede comparar.

Flanqueado por un grupo de jóvenes músicos, este tranquilo ampurdanés con sus canciones y la presentación previa de estas nos dio su visión social, política y humana, su compromiso con las buenas causas, casi siempre perdidas como debe ser.

Pero que el árbol nos deje ver el bosque, Llach es un músico excepcional con una voz potente y prodigiosa, de enorme fuerza. Su arte nos conmueve y nos hace ser mejores ciudadanos, amantes…personas. Su música es poesía y sus letras desbordan ternura y sensibilidad.

El nuevo disco “Jocs” (juegos), da buena prueba de ello. Combina temas que reflejan su cabreo con el poder (PP y Convergéncia), como el single “Neofatxes globals” (neofachas globales), de ritmos más acelerados y “cañeros”; con otros más intimistas como “Vell és tan bell” y “Si un adéu d’amor fos encara amor”.

La velada se completó con viejas canciones, con las que Lluís Llach nos ofreció un repaso a su vida y a la nuestra, no en vano él es un pedazo de la historia de este país.

No tocó “Ítaca”, la única pega a un concierto delicioso, y no fue porque no se lo pidió el público, con el que la comunicación a excepción de esto fue total.

Recuerdo especialmente algo que nos dijo: “El día que un niño pequeño a la repuesta de que quieres ser de mayor conteste buena persona; no nos reconoceremos.”

Toda una tarjeta de presentación de este catalán universal es el hecho de que actualmente vive en Porrera, donde ha montado una bodega y hace vino aunque sea abstemio.

Y es que Lluís es mucho Llach.

 

(Si tenéis tiempo pasaros por http://www.lluisllach.com/ ).

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