La Sección Oficial siguió su curso en Gijón bajo el signo de las calamidades amorosas, las relaciones paterno-filiales y haciendo hincapié en la rutina y el ambiente que influye en el devenir de la humanidad y el comportamiento del individuo que soporta el peso que suponen las difíciles relaciones sociales, culturales, religiosas y bélicas.
En este sentido, “Viaje a Surtsey”, producción española a concurso y codirigida por Miguel Ángel Pérez Boronat y Javier Asenjo, diez años después de crear la distribuidora Karma Films, sigue el mismo camino. La unión de ambos ha dado como fruto una película de carácter iniciático en cuanto al tema: el recomponer una amistad que se quedaba perdida en el tiempo fruto del devenir de la vida. La evolución lógica de la rutina es lo que quieren romper dos amigos que tratan, en conjunción con la naturaleza, queriendo olvidar rencillas e intentando reestablecer conversaciones y vivencias junto a sus hijos. A pesar de plantearse como una película ágil, sus interpretaciones son un tanto torpes, donde la frescura de Elisa Drabben sube el tono interpretativo de la película por su desparpajo y desenvoltura plantando cara al resto de sus protagonistas. Es una película donde se exploran demasiados lugares comunes de situaciones y moldes narrativos que no excluye un final esperanzador y sumamente condescendiente con el espectador. A pesar de todo esto, huye de la impostura de querer posicionarse como un largometraje que trate de aleccionar, sino sacar partido de una historia simple con mensaje. Y esto sí que lo consigue.
“Approved for adoption” fue otra de las películas de la Sección Oficial donde el pasado y el presente se funden, esta vez en una película de animación donde se alternan las imágenes de este documental animado con las reales. Está basada en la vida real de su autor y co-director, Jung, donde se cuenta la vida de un niño coreano adoptado por una familia numerosa belga. Es una película demasiado escorada hacia lo edulcorado de su historia y esto pesa en toda la historia, se hace muy pesada. Además, lo que cuenta es tal infantil, a pesar de ser real, que uno acaba apesadumbrado de esa vida tan agria del protagonista, provocando una distancia insalvable en un agotado espectador. Le falta mucho ritmo y se deja llevar por la melancolía y la tristeza. Y eso acaba pesando como una losa en su conjunto.
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