“Cuando tenemos miedo, cuando las circunstancias nos obligan, cualquier persona normal, cualquiera de nosotros, puede convertirse en un delincuente o un asesino y hacer cosas terribles”. Esa es la idea principal que fundamenta la película del artista surcoreano Shim Sung-bo, quien presenta su primera película después de debutar como guionista en “Memories of a murderer”. Su historia habla de un hecho real: la muerte de unos inmigrantes ilegales que estaban siendo transportados por un barco pesquero hacia la costa de Corea; la catástrofe lleva a la locura a los tripulantes y el único que sobrevive en medio de la inhumanidad es el amor entre un joven y una de las inmigrantes, que se abre contra todo mal, aunque lo que domina en ese momento es el infierno.
En la historia descubrimos sus grandes influencias narrativas: Tolstoi en “Crimen y castigo”, por supuesto; esa puesta en escena tan psicológica, donde los elementos naturales juegan un papel fundamental (la niebla que difumina las figuras deshumanizándolas aún más y acrecentando la imagen de horror: “Representa la crisis humana, cuando sientes nerviosismo y miedo. Entonces aparece la niebla y lo oscurece todo”) y el mar revuelto con la lluvia salada… Sin duda, la grabación ha sido arriesgada, porque la mayor parte de la película se desarrolla en el barco en alta mar; el director ha escogido emplear planos secuencia para no perder la emoción con el espectador siguiendo a los personajes por todo el navío.
Sin duda la fotografía tiene mucha razón de peso en la historia; esa luz apagada, muy contrastada y enfriada con unos tonos grisáceos y plateados remarcan el drama y la sensación de terror constante. A pesar de la gran estética y técnica, lo más destacable de la película es el guión y la construcción de los personajes: la lucha del héroe, que se aferra al amor como el arma más potente (personalizado en el personaje del joven marinero Dong-sik, interpretado por Park Yoochun) frente al mal en persona, el capitán Cheol-joo (Kim Yoo-seok), que no parece guiarse por ningún código moral y con una personalidad completamente fría y animalada.
En la película se respira un tono costumbrista, de la vida de los tripulantes del navío, pero se va tornando a uno épico, de la lucha del mal contra el bien en plena catástrofe y en medio del mar. Además, el tema también es social y actual: la inmigración ilegal, las consecuencias humanas que esto conlleva y si se produce una catástrofe, las psicológicas. Quizás los momentos más dramáticos y violentos puedan resultar algo duros, al ser tratados con excesivo realismo y frialdad, pero por lo demás es una película que ayuda a reflexionar, además que posee importantes connotaciones emotivas y dramáticas.
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