Lasa eta Zabala

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Lasa_y_Zabala-536801657-largeEn 1983, José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, dos muchachos miembros de la banda terrorista ETA refugiados en Bayona, fueron capturados, torturados y asesinados por los GAL (Grupo Antiterrorista de Liberación). Sus cuerpos quedaron sin identificar durante años y, por ende, hubo un largo silencio judicial.

Los actos nos convierten en lo que somos. Aunque la película se ha centrado más en demostrar la tragedia y su procesamiento judicial después de más de diez años, en hablarnos de un hecho memorable para tener en cuenta y para que no se vuelva a repetir, también clarifica que no son las banderas las que crean terroristas sino la puesta en práctica de las ideas más radicales.

Pablo Malo (“La sombra de nadie”, “Frío sol de invierno”…), un director vasco con corto recorrido en el cine español pero que apunta alto al demostrar un gran talento, sobre todo a la hora de trabajar con los actores, demuestra una gran predilección por las grandes tragedias. En este caso, ha decidido hablar de un hecho que ocurrió en su tierra, el cual ha sido tratado de forma muy equilibrada. Es una historia delicada, pues tiene el peligro de ser considerada más como una expresión política –debido a que el tema del enjuiciamiento de terroristas en España aún está caliente-; “hemos querido contar unos hechos que han pasado en un momento determinado, a unas personas determinadas… (…)” La película no habla de resucitar sentimientos de odio ni de venganza, como asegura el director y el actor Joxe Portela, sino de despertar las conciencias para que este vacío judicial, ese silencio de la justicia, como las atrocidades producidas por un lado y otro, no se vuelvan a repetir.

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Quizás podamos percibir una ligera inclinación hacia al maniqueísmo, al ver a los personajes de la Guardia Civil (culpables del asesinato), dibujados de forma bastante ridícula como antagonistas; no obstante, el director asegura que, siguiendo la profunda investigación de lo que sucedió, así como documentos de los implicados, no exageran lo más mínimo a la hora de representar a éstos de forma tan radical (incluso, resalta, se saltaron el incluir detalles de estos personajes, porque entonces sí que hubieran parecido absurdos).

Dentro de la película, el personaje que interpreta Unax Ugalde (“Baztan”, “Encontrarás dragones”, “Bon appétit”) es el que mayor número de aristas presenta, al que más vemos circular de un extremo a otro de la moral, dentro de la duda. Su compañero de investigación es la excusa para demostrar ese contraste moral que pudo haber sufrido el abogado Íñigo Iruin al afrontar este caso; eso ha posibilitado un mayor desarrollo del arco dramático de este personaje. Las escenas de los jóvenes etarras capturados y asesinados, mostradas a través de extensos flashbacks, son bastante duras pues el director no ha querido traicionar a lo que fue verdad –por respeto y petición de las familias de ambos jóvenes-. El idioma (euskera) y el tema a tratar, quizás sean las únicas cuestiones que impidan llevar esta película a un ámbito más internacional.

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