La conversación tuvo lugar el pasado 11 de Febrero, coincidiendo con la presencia de la directora en los Diálogos de Cineastas del Koldo Mitxelena. La adaptación, de la literatura al cine, es el tema que centraba ese diálogo junto al autor de la novela de su última película que hoy llega a nuestros cines.
Donostilandia: En primer lugar, felicitarte por la película y agradecerte tu tiempo. Ya que el Diálogo de esta tarde está centrado en las adaptaciones, me gustaría empezar por ahí.
Helena Taberna: La verdad es que yo tenía ganas de coger el tema del amor por banda para hacer una película centrada en ello. Los cineastas que admiro siempre han tenido en su filmografía grandes obras sobre ese tema y quería abordarlo también.
El libro original de Isaac Rosa me conmovió porque me pareció que trataba todos los aspectos, que confluyen en el deterioro, en el paso del tiempo de la pareja y en las distintas maneras que va adoptando la pareja al relacionarse con el paso del tiempo. Me gustó muchísimo la novela y supe que era prácticamente imposible adaptarla, lo cual me gustó todavía más porque me permitía jugar con el riesgo.
A partir de ahí, empieza el placer de trabajar con Isaac, porque es un hombre cinéfilo y con complicidades muy grandes en literatura y cine. Y sobre todo las películas que yo le iba referenciando eran películas que a él le gustaban. Eso hizo que apostase por mí desde el principio. Es en un proyecto que ha tenido muchísimos atractivos, muchísimas peticiones de grandes emporios para convertirla en película y, sin embargo, hemos tenido la suerte de que apostara por nosotros. Y eso a mí me dio mucha fuerza también.
D: ¿El orden de la narración era así en la novela? ¿Tenía ya esa estructura?
H.T: La película funciona como la estructura del recuerdo. Te acuerdas de un momento maravilloso que viviste al principio de tu historia y luego te acuerdas de una bronca de esas brutales que te deja un mal cuerpo que te mueres. Esa estructura ayuda a mostrar sobre todo las luces y las sombras. Porque el cine frecuentemente ha mostrado solo las luces o solo las sombras de la pareja.
Durante el rodaje, iba pensando en las pausas que iba a dejar para que las ocupaseis vosotros como espectadores y que tracéis en vuestra propia biografía. Según lo que estáis contando, los que habéis podido ver la película, sucede que, en un momento llegas a casa y te acuerdas de una cosa, o sea que tiene resonancia. Eso es lo que más me puede gustar que pase con mis películas, que la gente reflexione sobre ellas después.
D: Es cierto que es una película que hace pensar e, inevitablemente, compararas lo que ves con tus propias vivencias.
H.T: Algo que siempre he notado es un dolor excesivo en las rupturas. Y hay algo que no estamos haciendo bien ahí, desde luego. La tesis de la película es clara, dice que el amor existe, que el amor se acaba muchísimas veces, muchísimas, la mayor parte, y que no hay culpables. Ahí, en la no culpabilidad yo creo que está la esencia de evitar el rencor.
D: Retomando el foco en nuestra ciudad, este proyecto en parte se sembró en el Zinemaldi, en concreto, en el Foro de Coproducción.
H.T: Exactamente. Todavía no había casting, ni había nada. Fue un momento muy bonito porque, siempre que hay movimiento, es cuando arranca un proyecto, aunque luego no sigas esa línea te ha ayudado a sentarlo. Es que un ejercicio también de síntesis y de análisis del proyecto para saber en qué sitio podríamos estar. Finalmente, decidimos elegir la vía de más libertad que para mí era que solamente la produjésemos nosotros porque quería rodar de una manera un poco especial. He querido hacer la película que sentía y lo que creía que era lo mejor para esto.
D: No era la primera vez que pasabas por el Festival…
H.T: Desde Yoyes he estado en varios momentos pero nunca en Sección Oficial. Eso tendrá que ser la próxima. Me haría mucha ilusión. La verdad que sí.
D: Quería preguntarte por el equipo y las localizaciones.
H.T: Está todo rodado en Bizkaia y no pretende ser ninguna ciudad. Es urbana de cualquier sitio del mundo. Porque lo que cuenta es una historia muy universal. Es decir, cómo nos amamos ahora. Y es lo mismo en todo el mundo occidental. Esta película se va a entender en todos los sitios. Entonces, no me apetecía darle un tono local. Cosa que en otros casos me ha parecido importantísimo.
D: ¿Qué recorrido te gustaría que tuviera la película?
H.T: Antes de pensar en plataformas, que lo vean en salas. Es que yo estoy cada vez amando más el cine. La experiencia del cine es tan placentera… ¡Qué pena que no seamos capaces de llevar a nuestros hijos al cine y no crear esa dependencia de ver bien las cosas!
D: Para cerrar, me gustaría pedirte que compartieras una breve reflexión sobre cómo ha cambiado desde Yoyes hasta hoy la presencia de las mujeres en el cine.
H.T: Siempre he funcionado en el cine en libertad. Sin embargo, siempre me he sentido demasiado sola en el cine. Me hubiera gustado que hubiera habido en mi momento mayor número de mujeres directoras, y por eso fui una de las impulsoras de la asociación fundadora de CIMA, que es la primera asociación de cineastas del mundo. Y estoy orgullosa de que en este momento haya más de 1.300 socias. Y sé que con nuestro trabajo, con mis películas, he sido también referente de alguna manera a eso.
Y yo ahora disfruto muchísimo con los premios y el éxito de mis compañeras de generaciones siguientes. Porque un poco de ese premio sé que me toca. He sido muy solidaria porque amo que el mundo tenga todas las miradas posibles. No podemos perdernos ni la mitad del talento de la humanidad, no podemos perdernos la mitad de la mirada del mundo. Y por eso celebro el compartir y el poder seguir haciendo cine y que haya cada vez un mayor número de mujeres con talento que entren en el cine.
D: Tienes que sentirte orgullosa por todo eso. Muchísimas gracias por tu tiempo.
H.T: Qué bien, qué bonito. Y qué agusto he estado.
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