Jodie y Luis

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Recientemente murió mi amigo Luis Gasca, vinculado durante años al Festival Internacional de Cine de San Sebastián al del que fue su director unos años.

Que mejor homenaje a Luis Gasca que poner en valor sus vivencias, llevaba ya un tiempo deshaciendo cajas y ordenando sus archivos, aquí tenéis otro artículo de lo que me enviaba, esta vez a colación de una reciente proyección por la de Taxi driver, nos habla de su relación con Jodie Foster, y como el Festi empieza este viernes me ha parecido buen momento de compartirlo con todos vosotros.

«Taxi driver», la obra maestra de Martin Scorsese que le valió una nominación al Óscar a su jovencísima protagonista Jodie Foster. Solo tenía 14 años.  Niña precoz a los 3 años su imagen infantil había dado la vuelta al mundo con los carteles de la loción solar Coppertone y ya leía de corrido. A los 6 años dejó el modelaje para alternar sus estudios escolares con papeles infantiles. Realmente precoz. No conozco otro caso parecido en la historia y anécdota de las luminarias de Hollywood. La suya ha sido una carrera imparable. Se graduó como la mejor de su curso en el Liceo   Francés y cum laude en Literatura Inglesa de Yale.

Cuando la conocí en 1987 no sólo era famosa por sus difíciles interpretaciones en cine, sino que incansable, tenaz, irreductible y rebelde, hablaba perfectamente español, italiano, inglés y ese francés que le permite notables registros en la canción y doblar sus películas para los mercados francófonos.

No me canso de repetirlo porque como Jodie no concede entrevistas, se desconoce que es capaz de pasar toda una tarde hablando de Louis-Ferdinand Céline y su obra «Viaje al final de la noche» citando de memoria párrafos, acentuando los momentos políticamente difíciles de la vida de su autor en la Francia de Petain.

Yo la admiro y siempre agradeceré su amistad durante 12 años, que me enseñase su refugio donde sólo había libros, las frugales comidas en Hampton Drive cuando yo la esperaba tras sus mañanas de ejercicio en el también legendario Gold’s Gym de Venice. Era incansable entrenando para su papel de Clarice en «El silencio de los corderos» que le valió su segundo Óscar tras la estatuilla por su terrible papel en «Acusados» como la chica que, tras compartir unas copas, es violada por un grupo de energúmenos predecesores de «la manada”.

Ha superada sin secuelas el trauma de otro indeseable, su fan John Hinkle quien obsesionado por su papel en «Taxi driver» y el de Robert de Niro, atentó a tiros contra Ronald Reagan.

La carrera de Jodie Foster que tuvo el detallado de invitarme al estreno privado de «El silencio de los corderos», sigue imparable. 70 películas, el lujo de rechazar una docena de papeles, dos hijos de padres desconocidos. Porque no quiere escándalos.  Solo seguir devorando libros cuando se apagan las luces de los estudios.

Fotos:

En mi apartamento del Sunset Marquis en 1987.

Como Iris en «Taxi driver”.

Los carteles del bronceador Coppertone

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