LA INCREÍBLE HISTORIA DE DAVID COPPERFIELD

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Cine para familias que apuesta por la adaptación desenfadada de la novela homónima, la más inspirada en la propia biografía del propio autor Charles Dickens. Hay un equilibrio entre las aventuras del protagonista y la denuncia de la cara menos amable de la revolución industrial. El drama original gira en torno al hombre que llega a ser el héroe de su propia vida, tomando un tono caricaturesco.

Comienza con el nacimiento y una infancia truncada por la fatalidad y las personas que nacen enterradas: amas de llaves  con cara de queso holandés, padrastros amargados, …

Nos muestra un Londres maravilloso y perverso con industrias que fabrican desprecio, poblado por villanos amables acosados por acreedores,  criados ambiciosos y tramposos, muchedumbres que viven en la precariedad, …

El mundo rural, por contra aparece más amable e idealizado. En las casas solariegas con jardines en los que se prohíbe la entrada a los burros, caben los buenos sentimientos, mientras, los cielos absorben las palabras sabias escritas en los cometas.

La fantasía y la solidaridad se materializan entorno a un barco naufragado, cuyo casco varado en la playa  vuelto del revés se convierte en la casa donde se respira amor y armonía.

Estos escenarios y sus pobladores irán trazando la red de amigos y enemigos que irá encontrándose David a lo largo de su vida..

La película es “políticamente correcta” con un elenco colorido y diverso que representa a un  Londres multicultural. Destacamos la buena adaptación que a veces convierte el drama en una comedia amable.  Para los amantes de la versión original decir que el inglés de algunos de los personajes es impecable. Hay que mencionar también la cuidadísima ambientación.

Cuando Chales Dickens escribió la novela había moraleja. ¿Aprenderemos a ir en contra del primer impulso erróneo del corazón indisciplinado? ¿Tomaremos decisiones más sabias en base a nuestra experiencia personal? Que cada cual saque sus propias conclusiones. El buen rato está garantizado.

Critica de #JMConte

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