Celebrar la vida a pesar de que el tiempo pasa y nada es como nos gustaría que fuera
En tiempos de distopía, hacer una película romántica con trasfondo de cine social sobre la vida de comunistas convencidos es nadar contra corriente. Rosa, la protagonista, nos da pistas para sobrevivir a la incertidumbre: menos ego y más generosidad.
QUE LA FIESTA CONTINÚE cuenta la historia de Rosa, de 60 años, que dedicó generosamente toda su vida a su familia, a su trabajo como enfermera en el hospital y a la política. A las urgencias de los desheredados hay que añadir una cita clave en las urnas a la que los partidos progresistas concurren divididos y enfrentados. Pero Rosa sabe que algo extraordinario va a ocurrirle desde que en sus sueños su padre vuelve para pasearla en moto por las calles de la ciudad. Entre tanto, en el ámbito familiar aparece Henri, el leidísimo y arrebatador padre de la novia de su hijo, que se acaba de jubilar y no sabe muy bien cómo administrar su tiempo.
Rosa (Ariane Ascaride) es la gran dama del cine social hace creíble su enamoramiento, hay química con Henri(Jena Pierre Darroussin) que prefiere hacer el amor a oscuras. En lugar de gimnasia sexual encontramos sensualidad y sobre todo ternura. Destacamos el trabajo magnífico de ambos.
Robert Guédiguian da protagonimo a la ciudad de Marsella. Le panier, el puerto viejo y sobre todo les Calanques son las localizaciones muy bien escogidas para realzar esta ciudad a la que se rinde homenaje. Sobre todo me gusta mucho la fotografía de los barrios degradados, con esa mirada que encuentra belleza en la banlieu, en el margen.
A mí me sobran las escenas que conectan a la ciudad con sus orígenes clásicos, me resultan pretenciosas y no aportan nada. Una sola ola del mare nostrum a la luz de la tarde tiene más fuerza. Cuando crees que la película se ha a convertir en un panfleto de buenos comunistas contra el mundo aparece el lado humano de esta familia de personas vitales y generosas.
Critica de JMConte
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