Cada día, la cola que rodea al Principal antes del pase estrella de la jornada es más larga que el día anterior. Ayer, 45 minutos antes, las filas de prensa e industria ya llegaban hasta la esquina opuesta de la plaza La Sala. Supongo que ayer estaba justificado: Carlos Vermut pasó con gloria hace cuatro años por la misma sala y lo constató días después llevándose La Concha de Oro con «Magical Girl». Tengo la sensación de que esta vez no ha tenido el mismo efecto en el público. Al menos en mi caso, así ha sido.
El director madrileño parece haber perdido esa frescura de sus anteriores películas con esta historia sobre la identidad, la fama y los sueños frustrados, contado a través de dos mujeres de mundos aparentemente opuestos. Con el mundo de la música como contexto y un atractivo contraste entre el lujo de una estrella y la atmósfera más cutre de una trabajadora de un karaoke, la película adolece de cierta artificiosidad sumada a una relativa falta de ritmo. Los diálogos encorsetados suenan poco naturales y hacen perder cierta credibilidad a las buenas interpretaciones de Najwa Nimri y Eva Llorach. Todo ello hace más difícil conectar con la película que por momentos parece conseguir sumergirte en su propuesta.
Esperamos que este no sea un cambio de rumbo en la trayectoria de Vermut sino un paso más en su proceso de madurez y que recupere la frescura que le dio a conocer, en sus próximos trabajos.
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