Juan Mayorga, basándose en El libro de la Vida de Teresa de Jesús, escribió el texto que inspira esta película. La acción se ubica en la cocina del convento de San José donde tiene lugar un combate teológico entre la mujer reformadora y el Inquisidor que pretende desacreditar sus experiencias místicas. De esta visita y de esa confrontación dialéctica dependerá el futuro de Teresa: libertad, cárcel o la hoguera.
Dios se mueve entre pucheros y sartenes. ¿Qué se cocía en aquellos fuegos donde se experimentaba la alteración de la conciencia, la unión con el cosmos, la trascendencia, la pérdida del yo, la conexión con lo más grande?
Teresa es la mujer empoderada por su enorme voluntad, vence y sobre todo nos convence cuando se muestra libre, humana y consumida por la duda. La fragilidad de esas palabras que se rompen cuando nombran lo innombrable son la fisura por la que la tensión dramática a veces se escapa. No es obra para todos los públicos.
Paula Ortiz se apoya en el texto y nos traslada con la estética de la contrarreforma a una ensoñación en claroscuros que nos eleva a los cielos o nos sumerge en los infiernos. La Bellísima fotografía de interiores cual cuadro de Zurbarán en movimiento y las localizaciones bien seleccionadas son de Rafael García. La banda sonora de Juanma Latorre (Vetusta Morla) apoyado por Rocío Márquez también nos ayuda a levitar.
Blanca Portillo en el papel de Teresa y el inquisidor interpretado por Asier Etxeandia, hacen un trabajo magnífico. En el coloquio con la directora, Paula Ortiz nos confesó que el humor fuera de cámara era la única manera de mantener la inmensa tensión dramática.
La película se presentó en el festival de Valladolid. Blanca Portillo está nominada a los premios Forqué
Critica de #JMConte
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