Johan es una persona un poco más rara de lo normal: nunca recibió los beneficios del rebaño. Sus padres comunistas que militaron contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial volando puentes, nunca gozaron del reconocimiento social. Se les odiaba por sus errores, jamás fueron reconocidos sus aciertos. Johan se quedó huérfano, heredó la pasión por la dinamita y el ser odiado por todos, convirtiéndose en un niño excéntrico e inadaptado.
En su juventud siguió acumulando odio cuando, jugando con fuego, la dinamita se llevó para siempre las piernas y media cara de la vecina Solvor de quien estaba enamorado.
La trama transcurre en entornos rurales de la Noruega profunda donde todo el mundo se conoce, donde las generaciones heredan propiedades y conflictos vecinales, pero donde también hay sentido de comunidad.
Comedia negra, romántica y nórdica, deliberadamente absurda, la sonrisa no se borra a lo largo de los 93 minutos. La presencia física e interpretación de los protagonistas es una gran baza. Pål Sverre Hagen e One F Jansen están impecables. A destacar la fotografía de Karl Erik Brøndbo que resalta la belleza de los paisajes. La película se presentó en el BCN Film Fest.
Critica de #JMConte
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