Correcta, la película es correcta. Y este calificativo, que en principio es positivo y debería valer para alzar el pulgar hacia arriba cuan emperador romano, sirve en este caso para expresar un «cumple» un «sin más». Correctas las interpretaciones, correcto el desarrollo de la trama, correcto el final.
La protagonista del largometraje vive una crisis existencial de órdago: de pareja, en su relación materno-filial, en su labor docente, en su propio desarrollo profesional como intérprete. Es una mujer llena de inseguridades y es esa falta de confianza la que le lleva a amar y querer con intensidad -a su marido y a su amante-, a «apretar» a su alumno aventajado hasta el límite, a cuestionarse sus propias capacidades, a exigir al máximo con resultados que no vamos a desvelar. Esas inseguridades quedan perfectamente reflejadas en la escena en la que se ha citado con su marido para comer y duda constantemente a la hora de elegir la mesa donde sentarse -cambian varias veces, con abnegada resignación del consorte- y a la hora de seleccionar los platos -que también modifica otras tantes ocasiones-. Resulta una escena fresca y divertida, de lo más gratificante del largometraje.
La proyección puede adolecer de ritmo en algunos momentos.
En resumen, no es un film de grandes defectos y grandes virtudes pero es perfectamente visionable y los amantes de la música podrán disfrutar de la interpretación al violín de fragmentos de grandes piezas de música clásica.
Critica de #KermanArzalluz
https://www.sansebastianfestival.com/2019/secciones_y_peliculas/seccion_oficial/7/671504/es
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