The Killer, matar a ritmo de los Smiths

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En la primera secuencia de “The Killer” vemos como Michael Fassbender, un frio asesino a sueldo, prepara con minuciosidad uno de sus encargos. La voz en off del propio protagonista nos hace adentrarnos en su cabeza. Cómo afronta su trabajo, las horas de espera y la música que escucha cuando se  dispone a matar. Cuando llega la hora de actuar, prepara su arma y en sus airpods suenan los Smiths. En ese momento, el director mezcla dos puntos de vista: el del asesino, mostrándonos lo que ve a través de su mira telescópica, y el del espectador al que posiciona a su lado como complice pero con las suficiente distancia para poder juzgarle.

La habilidad de David Fincher nos permite meternos en la mente del asesino y ser sus compañeros de viaje durante su nueva misión en la que tratará de deshacer el embrollo surgido de un milimétrico error. Compañeros de viaje con derecho a pensar que algunos actos son crueles y otros quizás podrían evitarse. Apoyado en el equipo habitual de sus últimas películas, Trent Reznor y Atticus Ross en la música y Erik Messerschmidt en la fotografía, Fincher consigue crear un clima absorbente de tensión, con algunas secuencias memorables como la que enfrenta al protagonista con Tilda Swinton cerca del final. 

A pasar de ello, hay algo diferente a sus obras de hace una década, una contención en la producción que le acerca más a “Mindhunter» que a “Zodiac”. Productos destinados a las plataformas con un recorrido testimonial en salas, donde contrariamente se disfrutan mejor. 

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