Una de las sorpresas más agradables de lo que llevamos de Festival ha sido este particular acercamiento a lo que supone ser policía en Mexico. Su original manera de abordarlo, jugando con los límites entre la ficción y la no ficción, es uno de sus mayores aciertos (aunque no el único) y ya le valió un Oso de Plata a su montador por su contribución artística.
La película enseguida te atrapa metiéndote en la piel de su protagonista, una mujer policía enfrentada al difícil día a día en una conflictiva ciudad, como si se tratara de un thriller. Pronto descubrimos que no se trata de eso y adquiere un tono de documental, a través del testimonio de la protagonista. Este atractivo juego mantiene la atención del espectador, hasta que un nuevo giro narrativo lo eleva un nuevo peldaño. Las interpretaciones, la música y, por su puesto, el perfecto engranaje entre realización y el montaje, se suman a su original formato para convertirla en un film que podía haber estado en Zabaltegi, en Perlas y, por qué no, en la Sección Oficial.
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