Y como Dios no podía estar en todas partes, creo a las madres.
Inspirada en su propia experiencia (su padre es judío sefardí y su madre católica), la película de Salama cuenta la historia de Alegría (Cecilia Suárez), una mujer en conflicto. Mientras se prepara para el matrimonio de su sobrina (Laia Manzanares) con un joven de Melilla, parte de la familia se traslada a su casa en su pueblo natal. La boda acabará reuniendo a las tres mujeres protagonistas de cada historia, cada una de una cultura diferente: la mejor amiga de Alegría (cristiana), la joven que la ayuda en casa (musulmana) y su sobrina (judía).
Película sobre la condición de ser la mujer en la frontera de Melilla. También es una película que habla sobre el peso de la identidad y la familia cuando se vive contracorriente. ¿Hay algo peor que pertenecer a una minoría? Si, ser pobre.
El argumento me hace pensar en las oportunidades que perdimos al exiliar a los no cristianos en diferentes momentos de la historia. Me gusta jugar con la idea de que los expulsados no se fueron del todo y quedaron en algún gen, en alguna tradición no del todo perdida.
Violeta Parra escribe un magnífico guion con Isa Sánchez y dirige a un gran elenco de actores: Cecilia Suárez, Laia Manzanares, Sarah Perles, Mara Guil, Leonardo Sbaraglia, Adelfa Calvo, Emilio Palacios, Zohar Liba, Joe Manjón, María Luisa Mayol. Destacamos la música de Javier Limón. No acabo de reconocer la luz mediterránea en la fotografía de Pau Esteve. A veces los encuadres de cámara me desconciertan.
Critica de #JMConte
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