En una época del cine en el que el panorama está dominado por superhéroes, Tom Hanks ha desarrollado una carrera fantástica interpretando personajes ordinarios en situaciones que ponen a prueba tu nivel de valentía y tu fuerza interior. El actor estadounidense ha protagonizado mayoritariamente películas cómicas (Larry Crow, nunca es tarde, The ladykillers), pero su verdadero reconocimiento ha sido por su participación en obras dramáticas (Philadelphia, Naúfrago) y de época, como Salvar al soldado Ryan o Forrest Gump; esta vez presenta un hecho real contemporáneo. Capitán Phillips nos habla de la dura experiencia que tuvo que superar un capitán de un barco carguero, primer barco estadounidense secuestrado después de 200 años, cuando éste es abordado por piratas somalíes y él retenido durante días hasta que intervino la flota de la marina para rescatarlo.
Tom Hanks ya fue ganador de dos Oscars por Philadelphia y Forrest Gump, pero su participación en Capitán Phillips puede realzar su carrera con un nuevo premio u nominación. Su fuerza interpretativa destaca la humanidad de sus personajes quienes, con poder y capacidades limitadas, especialmente emocionales, se sobreponen a experiencias límite y, como vemos en su nuevo papel, Phillips era idóneo para Hanks porque presenta una madurez física, intelectual y emocional que lo convierten en un héroe, un héroe ordinario, humano, pero un héroe. Aunque hay que recalcar que en el filme no existen ni buenos ni malos, sino víctimas, personas que en su situación particular, deben sobrevivir. En el drama comparten protagonismo cuatro piratas somalíes (a destacar al líder del grupo, Ali Barkhad Abdi, que absorbe la atención del espectador como Tom Hanks), actores sin experiencia, que son llamativos por su naturalidad a la hora de interpretar, por sus histrionismos histéricos frente a la serenidad y sensatez de Hanks, pero quienes, a pesar de su intervención violenta, en la película son humanizados (como niños que juegan con armas) y sus medidas justificadas a ser presentados como víctimas de unas circunstancias que los obligan a convertirse en criminales.
Paul Greengrass es un director británico, más conocido por la producción de la saga de Bourne, interesado en trasladar a la gran pantalla situaciones de conflicto de la realidad (como vimos en Greenzone, película sobre la búsqueda de las armas de destrucción masiva en Iraq, o Domingo sangriento, que habla del conflicto irlandés y británico). Aunque lleva una corta carrera cinematográfica desarrollada, su estilo documental al rechazar el empleo del trípode para los movimientos de cámara y al escoger como tramas hechos reales, ha influido en el género de acción (algo que han achacado muchos espectadores, agotados de la excesiva dinámica de la cámara en mano). Sus películas, casi siempre grabadas con tonalidades frías y muy contrastadas, que subrayan el dramatismo de la situación, donde predomina el significado de los silencios y de las miradas –la intensidad interpretativa- ponen a prueba la capacidad de los actores en escenas que son grabadas de corrido, sin cortes, donde los tecnicismos y estrategias académicas quedan a parte y donde tan sólo pueden apoyarse en el mimetismo con sus personajes («no teníamos que preocuparnos de las marcas o de la luz. La escena nos llevaba», asegura Tom Hanks).
La película Capitán Phillips se encuentra entre las posibles candidatas al Oscar, quizás no como ganadora del premio principal, pero puede que sea salvada por su actor protagonista.
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