Michael Peña (“World Trade Center”, “Crash”, “Million Dollar Baby”…) se enfrenta en pantalla a John Malkovich (“El Imperio del Sol”, “El hombre de la máscara de hierro”, “Places in the heart”) al encarnar, uno al mayor defensor de los derechos de los trabajadores en América, César Chávez, versión latina de Martin Luther King, y el otro a un poderoso terrateniente canadiense. Basada en una historia real, el director mejicano Diego Luna (“Elysium”, “Contraband”, “La terminal”…) ha escogido centrarse en uno de los empeños de boicot protagonizados por el luchador y también héroe César Chávez. Presenta de esta forma un retrato biográfico e intimista de Chávez, al que se le acerca, no solo en su ámbito de líder social y reformador, sino también como padre de familia; así advertimos el contraste de responsabilidades a las que el líder mejicano debía hacer frente al estar encabezando dos tipos de familias: la suya personal –con su mujer y sus ocho hijos- y la nacional –los desfavorecidos trabajadores inmigrantes en Canadá-.
El autor ofrece una grabación casi documental, al introducir registros verídicos de lo que la prensa logró captar durante aquellos años de enfrentamiento entre clases por alcanzar la cumbre de los privilegios. No obstante, el director ha querido alejar el lado más hipócrita de los sindicatos; como el propio César Chávez defendió, Diego Luna ha querido resaltar la importancia de la lucha por los derechos humanos de forma honesta, humana y legal, alejada de la violencia y la frivolidad, que impide distinguir a los opresores de los oprimidos.
John Malkovich está en su papel habitual: el villano que difícilmente da su mano a torcer… esa mirada fría y decidida se abre camino en las pretensiones más honestas de nuestro héroe. En cambio, destaca mucho más nuestro protagonista. El personaje de César Chávez está interpretado por un excelente Michael Peña, un actorazo aún por reconocer al que ya vimos trabajar bajo las órdenes de extraordinarios y reconocidos directores, como Clint Eastwood u Oliver Stone. En esta película, Michael Peña se pone en la carne de un hombre de fe, voz de los que no tienen voz, un hombre que buscó que se reconociera el verdadero valor de la persona humana, responsable del futuro de los trabajadores extranjeros en Estados Unidos. Al actor lo vemos liderar la película, desfallecer al igual que el personaje al encontrarse ante un grupo que decae dejándose llevar por la ira y el odio cuando lo que desean presentar es otra cosa y apagarse al sacrificarse por recuperar el verdadero valor y sentido de las causas justas y honestas.
Para los que buscan un retrato sincero de lo que fue la figura de Chésar Chávez y el movimiento sindicalista en Estados Unidos, Diego Luna no defrauda, en especial por el gran trabajo con los actores. La película es una lección de humildad y valentía que nos enseña cuál debe ser el verdadero rostro a mostrar cuando uno desea pelear por lo que cree que es bueno; sin violencia, sin dejarse llevar por la ira y el odio, juntos y con fe, “sí se puede” –como oímos gritar a la unión sindicalista liderada por Chávez-. El cine mejicano está en alza (ya lo vamos viendo con Diego Luna y también con Alfonso Cuarón –“Gravedad”, “Hijos de los hombres”…) y se está convirtiendo en un referente a nivel internacional; calidad, desde luego, en América Latina no falta.
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