De nuevo regresa Katherin Bigelow con una película intrigante y gran debatida sobre la guerra de Afganistán, esta vez con una protagonista femenina, del cuerpo de la CIA, que demuestra el proceso de la búsqueda, captura y muerte de Bin Laden, el líder de Al Qaeda. La directora resume y demuestra lo que fueron casi diez años de cacería desesperada de un solo hombre que condicionó la política del país más poderoso del mundo –arrastrando a Estados Unidos a la “Guerra del Terror”-. Con esta película, ¿la directora desea demostrar el esfuerzo ineficaz del servicio de inteligencia norteamericano por desmantelar todas las células terroristas islámicas –ya que tras aniquilar una resurgen otras muchas más-, o sólo desea poner en entredicho los métodos que emplea la Agencia secreta –métodos que más que solucionar provocan que surjan nuevos enemigos de Norteamérica-?
Zero Dark Thirty fue una bomba de información ya que, por primera vez, se recogió y se presentó al público una historia cuyos detalles eran considerados como clasificados –hasta el punto de que algunos congresistas y republicanos acusaron a la Casa Blanca de haber permitido el intercambio de ese tipo de información sobre los Navy Seals que protagonizaron la búsqueda de Bin Laden: «Escribo esta carta para expresar mi preocupación ante la posibilidad de que hayan existido filtraciones de información clasificada (…) La directora Kathryn Bigelow recibió el más alto acceso a la misión clasificada más importante de la historia» , afirmó King, legislador por Nueva York-; después, alimentó un gran debate sobre los métodos de tortura de la CIA, si éstos son legítimos o no, ya que la CIA, tal y como se muestra en el film, parece que logró la mejor revelación de información a través de una comida civilizada con el detenido y no durante sus torturas “sinsentido”.
De esta forma, de nuevo la directora, a pesar de respetar bastante la realidad y la gran labor de investigación periodística de su guionista, Mark Boal, desea tomar partido y presentarnos la cara más controvertida y fallida de una situación de contrainsurgencia. En este sentido, descubrimos también la enorme labor que realizan los medios de comunicación para desvelar ciertas verdades que muchos poderes desean permanecer ocultas o turbias.
No obstante, a pesar de que la crítica y el público se detuvo excesivamente en la cruel realidad de los métodos de tortura empleados por la CIA para lograr sus objetivos, Katherine Bigelow puso un inciso al reconocer que con la película lo que deseaba era enaltecer la labor incansable de todos esos hombres y mujeres para cerrar un capítulo oscuro de la historia de Norteamérica; de nuevo, para coronar al país como héroe y salvador de la Humanidad: “Indeed, the dangerous work of finding the world’s most wanted man was carried out by individuals in the military and intelligence communities who put their lives at risk for the greater good without regard for political affiliation. This was an American triumph, both heroic and nonpartisan, and there is no basis to suggest that our film will represent this enormous victory otherwise.»
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