Javier cámara da vida en la ficción al médico Héctor Abad Gómez, un hombre bueno, un personaje poliédrico que buscó la belleza, la encontró y la transmitió. Basada en el libro homónimo del hijo cuyo personaje lleva el hilo narrativo. El escenario es la enfrentada Colombia de los años setenta y ochenta.
En el terreno profesional Héctor Abad desarrolló su carrera como doctor visionario y como profesor respetado en la universidad. Ganó prestigio y admiración aunque nunca dejó de ser un estudiante rebelde. Sembró más dudas que certezas, educando a libres pensadores fuera de los dogmas.
En lo personal representó al padre que todos quisiéramos haber tenido. Firme desde la ternura, capaz de demostrar el cariño, sin esconderse tras el caparazón de la virilidad mal entendida, ese caparazón que oculta sentimientos y sobre todo fragilidad. Se gana merecidamente el afecto y el respeto apoyando a los más vulnerables, exponiéndose.
En una escena define su anatomía política: a la izquierda el corazón, en el centro la razón. Como la verdad a veces incomodaba. Desde el compromiso social no tuvo reparos en denunciar las malas prácticas de los grupos paramilitares. Acabó pagando por ello con su vida
Fernando Trueba en la dirección, Javier cámara y el resto de intérpretes recrean con precisión una vida entrañable que nos conmueve. Magnífica ambientación, cuidada banda sonora, preciosa fotografía en blanco y negro para el presente y color para el pasado.
Borges dijo: Ya somos el olvido que seremos, pero a Héctor Abad Gómez le recordaremos como el apóstol de los derechos humanos al menos por unas generaciones.
Critica de #JMConte
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