Ver “Fe de Etarras” después de “Morir” es la mejor terapia para recuperarte de la intensa sacudida de realidad de la notable película de Fernando Franco. En el día en el que las televisiones desembarcaban en el Festival, descubriendo sus cartas más fuertes para la temporada que comienza, Netflix presentaba su principal apuesta para la versión española de su plataforma.
La nueva comedia de Borja Cobeaga gustó e hizo reír en su pase de prensa aunque el termómetro de las reacciones de los espectadores reflejaba un ligero desinflamiento en el tramo final de la película. Arranca con una buena secuencia en la que se expone con ingenio el tema y el tono que marcarán el resto del metraje. Su ácida caricatura de los vascos con la gastronomía como pilar fundamental de su cultura y esa negación de la selección aportan ese genial contrapunto a los terroristas. Las tramas secundarias y el contexto en el que se desarrolla (Madrid del 2010, durante el Mundial que España ganó tras toda su historia sin pasar de los cuartos) terminan adoptando un mayor protagonismo que la propia misión principal de los protagonistas y es posible que eso tenga algo que ver con esa sensación de pérdida de fuelle.
En cualquier caso, hay que valorarla como pieza televisiva ya que esa es la ventana para la que ha sido creada. En ese terreno supera con creces la media de las producciones nacionales y en especial las de la comedia, gracias en parte a sus buenas interpretaciones.
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