FICXixón 2012: Pasado y presente revueltos

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Reconozco que tengo mis prejuicios si lo que tengo que ver proviene de Israel, Irán, etc, etc…y voy con más miedo que interés a sentarme para ver qué es lo que me ofrecen estas cinematografías. Ni que decir tiene que la película del idolatrado Apichatpong Weerasethakul que proyectan en la Sección Géneros Mutantes (si la veo puedo sufrir una combustión instantánea) no seré yo quien la vea.

Pero en la Sección Enfants Terribles se presentó una película que no hace daño, no te revuelve en el asiento queriendo salir disparado como un resorte a mil por hora. Se titula “Off White lies” y está dirigida por Maya Kenig, con tanto acierto como sentido de la interpretación de sus actores y de una historia con el suficiente talento como para seguirla hasta su final con mucha dulzura. Con un sentido del ritmo audaz, se nos cuenta la historia de un padre y una hija que emigran desde la parte norte de Israel hacia la casa de una familia que la acoge, primero con reticencia y después entablando una amistad que va más allá del terreno bélico entre conciudadanos. No tiene altibajos, no asusta, tampoco deja un poso indeleble pero su dirección la hace llevadera. Transita por terrenos donde deja de lado el aspecto bélico para enfrentarse a la realidad de un padre y una hija sin cobijo, en tierra de nadie.

En la Sección Oficial, el carácter amateur y la frescura en la interpretación y narración de la norteamericana “Gimme the Loot” de Adam Leon al retratar la vida en Nueva York de dos jóvenes grafiteros la convierten en una película muy notable. Su ritmo es ágil, no esconde la identidad espontánea y febril de lo que quiere mostrar y sus 81 minutos la hacen la mar de disfrutable. Hay que ver de qué manera interpretan sus papeles estos jóvenes norteamericanos; te identificas con sus personajes y los vives como si los tuvieras en la nuca y te los crees desde el primer momento; eso eleva la película y se sigue con una linealidad de un país que tiene estos dos tipos de cine: uno el comercial, apabullante y, otro, el independiente, más áspero, a veces inaccesible pero aquí sumamente loable. A todo esto ayuda una fotografía muy cercana al documental, que aporta veracidad y consistencia al conjunto.

En la Sección AnimaFICX, nueva incorporación al cartel del Festival, se pudo ver la interesante historia que plantea Thomás Lunák en la checoslovaca “Alois Nebel”, que se basa en la trilogía de novelas gráficas de Jaroslav Rudis y Jaromir Svejdik. Con unas imágenes en blanco y negro, muy cercanas al detalle de la fuente de la que procede y sin el detallismo de, por ejemplo, la minuciosidad en el dibujo de los estudios Pixar o Aardman, la lluvia y el contraste de estos dos colores y sus diferentes tonos la hacen una película gris en su tema y lo que quiere transmitir, melancolía por un pasado que no se puede borrar.

Un hombre llamado Alois Nebel (Nebel significa niebla y al revés vida…) que trabaja en una estación de tren que, atormentado por un pasado donde perdió a sus familiares en la Segunda Guerra Mundial, distorsiona el presente y pasado entre la niebla, acabando en un psiquiátrico y enamorándose de una mujer igual de perdida que él. Se hace un poco lenta pero no deja de tener sus puntos destacables y es una prueba más del carácter emergente de las películas de animación europeas.

Y “Snowtown” de la Sección Esbilla y avalada con varios premios en Cannes, retrata una insoportable historia verdadera de abusos y asesinatos en Australia, que conmocionaron a aquel país (y no me extraña) por su crueldad y sinsentido. Tiene varias escenas donde no se puede aguantar mantener la vista en la pantalla y es sumamente dura por el tema que trata y el asfixiante clima que impregna las dos horas que intentas mantenerte a salvo. Te deja mal cuerpo y no es ninguna alegría. Lo peor de la película es que por varios momentos se hace lenta y, en otros, deseas que se acabe porque te estás ahogando. Son retratos de diferentes gentes, culturas entre un pasado y un presente marcado por las diferencias entre lo perdido, lo deseado y la vida presente que corre por nuestras ciudades.

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