Hay directores a los que puedes reconocer con apenas unos pocos fotogramas de cualquiera de sus películas. Wes Anderson es uno de ellos. En “Isla de Perros”, volvemos a disfrutar de ese estilo en todo su esplendor: encuadres simétricos, paneos trepidantes, paleta de colores engamados en cada plano y un exquisito gusto por la selección de objetos y elementos de atrezo que, juntos, configuran ese inconfundible toque pictórico de su obra. Quizás, en el formato animado pasen más desapercibidos todos estos recursos, al encontrarse dentro de un universo en el que nuestro ojo está más acostumbrado a todo tipo de licencias.
En esta ocasión, bajo ese envoltorio encontramos una historia sobre perros y su relación con los humanos, enmarcada en un Japón de un futuro muy cercano que parece evocar la huella de Fukushima. Un grupo de perros, liderados por un sucio e insociable callejero, asumirán la misión de devolverles su lugar en una sociedad contrariamente deshumanizada. (Desde aquí, lanzo mi recomendación de ver la película en versión original y disfrutar de las voces de estrellas como Bill Murray, Scarlett Johansson, Bryan Cranston, o Tilda Swinton, entre otros, que dan vida a esa divertida y variada galería de personajes perrunos).
Además de un alarde de técnica y lenguaje visual, la película es un divertido entretenimiento sin mayor ambición que hacer pasar un buen rato al espectador. Es posible que ese tono ligero, cercano a la comedia, sea lo que separe a Anderson de una gran obra maestra.
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