Dolor congelado.
El título es engañoso, la película trata de la vida de dos mujeres supervivientes al asedio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Sobrevivieron a condiciones extremas pero arrastran las secuelas de la extrema violencia. A veces el estrés postraumático las paraliza, pero ellas proyectan sus ilusiones y luchan por salir adelante pese a todo.
No es una película amable, nos perturba, ni siquiera la cuidadísima estética nos la hace más digerible. Por un lado las escenas intimistas de interiores se resuelven en un claro-oscuro claustrofóbico de largos primeros planos, en ocasiones grabados con cámara al hombro. Contrastan por otro lado con las preciosas imágenes de exteriores en color sepia con cuidadísimos planos pictóricos.
La gran mujer en realidad es una mujer grande. El dolor sin gloria es crudo, no se dulcifica. La banda sonora cede terreno a los sonidos guturales. No hay lugar para la sensualidad ni para la sexualidad apasionada. La crudeza del sexo polinizador es una causa más de dolor. Solo los hombres heridos en el hospital son capaces de mostrar a veces un poco de ternura.
Se trata de una producción con premio a la mejor dirección en el Festival de Cannes en la sección Un Certain Regard. Cabe destacar la interpretación de las dos protagonistas. El director Kantemir Bangalov es una joven promesa del cine ruso a quien habrá que seguir de cerca.
Crónica de #JMConte
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