Ocean Colour Scene. C.C.Intxaurrondo, 19 de Abril

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Ayer, mi amigo Jordi perdió la cartera. Ayer, sin embargo, fue su mejor día en mucho tiempo. Perdió toda la documentación y bastante dinero que llevaba en metálico para afrontar un largo día de pintxos en San Sebastián que terminaría en el esperado concierto de Ocean Colour Scene. Eso es una faena para cualquiera pero lo es más aún cuando vienes desde Mallorca para pasar un fin de semana  fuera de casa y tienes que volver en avión.  Pero todos sus males quedaron mitigados cuando, junto a su primo, decidieron comerse una chuleta en el Néstor de la parte vieja. Allí, increíblemente, se encontraron con los miembros de la banda de la que son acérrimos fans desde hace más de quince años.  Lo que tan mal había empezado, dio un giro inesperado que terminaría  llevándoles esa noche al backstage junto a sus ídolos. Yo, lamentablemente, sólo pude unirme al concierto y de eso es de lo que toca hablar. El donostiarra Javier Sun fue calentando el ambiente mientras se llenaba, muy  lentamente, la Casa de Cultura de Intxaurrondo. La energía que desprende con sólo su voz y su guitarra son dignas de elogio. Cuando por fin aparecieron Simon Fowler y los suyos, la sala estaba llena. Adolescentes de treinta y muchos dispuestos a disfrutar de una noche de buenos recuerdos. Los de Birmingham ofrecieron un gran concierto en el que demostraron su calidad y experiencia. Ese tipo de recital muy sólido pero al que quizás se le pueda achacar la falta de un poco de sangre. Lo cierto es que los fieles seguidores de la banda quedaron muy satisfechos con el espectáculo que presenciaron. Los míticos acordes de “The Riverboat Song” sonaban, desde la guitarra de Steve Cradock,  como si estuviéramos en mitad de los noventa, otra vez. El concierto combinó aquellos hits que les hicieron famosos, como este o “Hundred Mile High City” y “Profit in Peace”,  con otros de su nuevo repertorio. Curiosamente, estos últimos sonaban más antiguos, como si la esencia de esta banda estuviera en el sonido británico anterior incluso al britpop con el que les etiquetaron en su día. Particularmente, encuentro más similitudes con la época post-Jam de Paul Weller y los primeros Ligthning Seeds que con aquella hornada de bandas que nacieron a mediados de los noventa junto a Blur y Oasis. Pero que más da; sólo es cuestión de etiquetas. Lo importante es que fue un buen concierto y, sobre todo, una gran noche para mis amigos Iñaki y Jordi. ¿Si Jordi consiguió volar de vuelta a Mallorca sin documentación? Como la foto demuestra, eso era lo de menos.

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