La ganadora del último Oso de Oro de Berlín nos abre de nuevo los ojos hacia ese gran desconocido que es el cine rumano. Ya lo hizo Cristian Mungiu al ganar la Palma de Oro en Canes en el 2007. Seis años después, llega está dura sátira social con una gran sobriedad y un firme pulso narrativo.
Un desafortunado accidente provocado por el hijo de una familia de clase alta hace estallar las relaciones internas de los protagonistas. Luminita Gheorghiu, que da vida a la madre, es la auténtica patriarca de la familia. Lucha por defender a los suyos sin importarle lo que haya que hacer para conseguirlo. Un auténtico “Padrino” moviendo los hilos sin escrúpulos, detrás de una fachada de honradez y buenas intenciones.
La película es una sucesión de escena llenas de diálogos intensos, magníficamente interpretadas. La realización acompaña en esa dirección, con planos de larga duración en los que la cámara en mano nos va llevando de un personaje a otro sin darnos respiro. Calin Peter Netzer deja algunos momentos de buen cine y secuencias magistrales como la del intento de soborno al conductor en un centro comercial.
Un retrato de la clase alta rumana pero, sobre todo, de las miserias que salen a flote en los momentos malos de cualquier familia.
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