Hugh Jackman se enorgullece de haber recibido el Premio Donosti después de que su mujer, Deborra-Lee Furness, recibiera la Concha de Plata en los 90. El actor australiano ha decidido disfrutar de San Sebastián tras su paso por Zúrich y le ha dado tiempo a dar un paseo en bici, bañarse en el mar y estar a la hora para todas las entrevistas y ruedas de prensa. Tanto él como el director Denis Villenueve llegaban para patrocinar la película de Prisoners, un thriller que nos habla de un tema nada nuevo –la desaparición y búsqueda de dos niñas- pero que nos plantea cuestiones morales que nos hacen recapacitar “qué fácil es enjuiciar a los demás”.
El actor habló de su trabajo con el director canadiense y con su compañero de rodaje, Jake Gyllenhaal (quien también ha sido protagonista de la pantalla en otra de las películas de Villenueve, Enemy, presentada en la Sección Oficial de la 61 edición del Festival y que por cierto, es un actor cada vez más talentoso -en especial en el cine independiente- que no deja de sorprendernos) y aseguró que existía un ambiente muy positivo de confianza y de libertad, aunque explico que muchas de las escenas no fueron específicamente planificadas, por lo que los actores se tuvieron que dejar llevar por una interpretación muy instintiva. Esto explica la fuerza dramática de los protagonistas, quienes son los que realmente impulsan el largometraje y la intensidad emotiva del film, sobretodo en el conflicto moral, donde veíamos a un Hugh Jackman con un combate interno entre su lado más animal y violento, Lobezno, y Jan Valjean, un hombre que busca el sentido del perdón hacia su enemigo.
Durante la rueda de prensa, entre bromas y risas, hubo bastantes preguntas acerca del legado de Lobezno y si había decidido abandonar el traje de superhéroe, pero el actor, quien siempre se había apoyado en maestros de la interpretación (como Gregory Peck, o Robert de Niro –los cuales también pasaron por Donosti para recibir su premio), defendió que “los grandes personajes sobreviven a los actores” y escogió a su sucesor en la sala, un hombre con gruesas patillas y expresión fiera. Agradeció que encontraran similitudes en su personaje como padre de familia en Prisoners y en su papel de La fuente de la vida –una película de la que se sentía muy orgulloso-, en los cuales se explora la búsqueda del sentido de la vida, la lucha interna ante el dolor y el mal y la exploración de sí mismo, y reveló que le gustaban personajes extremos, de gran potencia dramática, porque él se considera una persona moderada. Sin duda, el resultado de su interpretación en Prisoners es extraordinario, fruto de la plena entrega –trabajo agotador, explicaba el actor, porque según decía, él se abre enteramente como persona y así expone todas sus debilidades y temores, lo que provoca que al finalizar cada rodaje se sienta tan exhausto-. Remarcó también su agradecimiento hacia muchos directores con los que había trabajado (Christopher Nolan, Woody Allen…), que lo ayudaron a crecer como actor, y expresó que siempre ha buscado la manera de participar en algún film de Peter Weir (El club de los poetas muertos).
La película Prisoners obtuvo muy buena acogida entre el público de Donosti antes de su estreno en la cartelera española y triunfó por el extraordinario guión, que aunque muy duro y oscuro, “habla del mundo en el que vivimos y posee todos los elementos importantes –en especial el aspecto dramático de los personajes, contaba Denis Villenueve-“ y, como toda historia puede ser contada de maneras diferentes según quién se encuentre tras la cámara, este film resalta por el toque sensible de este director canadiense hacia temas complejos y oscuros y por su omnipresente e inquietante simbología y puesta en escena.
Fotografías: Yurena Sánchez
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