Difícil es ver una película perfectamente construida y que sujeta, casi a nivel 10, la emoción del thriller perpetuándolo incluso en el final, dejándolo abierto. Michael R. Roskam no lleva demasiado recorrido en el cine, y mucho menos haciendo largometrajes (sólo rodó “Bullhead”, en el 2011) y ya demuestra un talento a la hora de construir historias que sobrepasa a directores expertos en la materia del thriller. El director presentado una película de cine negro, “The drop”, a la vez que Antoine Fuqua presentaba la suya, “The equalizer”, del mismo género; no obstante, a pesar de que la primera para su realización no ha necesitado más que un par de escenarios, unos pocos actores y no un exceso de espectáculo –como demuestra la hollywoodiense-, la segunda ha salido peor valorada durante el Festival de cine de San Sebastián 2014.
La historia habla de un camarero (Tom Hardy), Bob, quien anda metido en los sucios negocios de su primo (James Gandolfini) con la mafia. No obstante, cuando él encuentra a un cachorro de Pitbull abandonado en un cubo de basura y a una joven atormentada por un pasado (Noomi Rapace), inicia un camino de redención, de vuelta a su humanidad tanto tiempo oculta. La trama de la mafia, así como los personajes víctimas de ella, se ve siempre desde la perspectiva de nuestro protagonista; no obstante, tras el personaje y esa máscara expresiva de bondad y sencillez se oculta algo mucho más. “Nada pasa pero pasa todo”, esa es nuestra impresión constante a lo largo de la película; “el peligro es más trágico cuando se encuentra en silencio”, dice el director. En este sentido, es una trama que se va desenmascarando como las capas de una cebolla y que, incluso, se perpetúa en el final.
La fotografía de Nicolas Karakatsanis es pura expresión de pintura , ya que imita el arte de un pintor de Brooklyn, quien utiliza siempre una paleta de azul frío en contraste con el cálido ardiente; además, el director escoge una fotografía sugestiva, igual de perversa que lo que se manipula dentro del bar de nuestros protagonistas –espectacular el montaje y el compás de planos subjetivos y expresionistas durante la última secuencia-. La música presente en la película también es una perfecta composición que completa las diferentes atmósferas, casi imperceptible pero sutil.
Tom Hardy (“El caballero oscuro”, “Origen”, “Sin ley”) ha sido todo un descubrimiento en el cine y Michael R. Roskam saca lo mejor de él en su película. En el papel de Bob encontramos un personaje ambiguo, complejo de entender por andar entre las luces y las sombras, descubierta su verdadera identidad y humanidad en el contacto con el perro; “encontrar al cachorro es la forma de recuperar la esperanza, aquello que perdió”, explica el director. Por otro lado, su encuentro con Nadia (Noomi Rapace) le conduce a una reconstrucción de una vida ajena a la suya, librándola de un pasado similar al que él no ha sido capaz de dejar atrás. El personaje de Nadia es como un ángel en penitencia, “un ángel herido, quebrado, que está buscando la forma de salir”; Noomi Rapace siempre la vemos interpretar personajes duros, combativos desde el dolor y las sombras (“Prometheus”, “Millenium” ), pero esta vez vemos su lado más vulnerable.
Según el director, “The drop” es como una historia de hadas; reina el mal, pero los personajes van caminando hacia la luz, hacia la esperanza y la redención.
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