Inmersión (Submergence) ha sido la película encargada de inaugurar la 65 edición del Festival de San Sebastián. Pese a que no se suele esperar mucho de la película inaugural, algunos aún teníamos una pequeña esperanza de que Win Wenders diera algún síntoma del buen cineasta que un día fue y que desgraciadamente desde hace ya algunos años no tenemos noticias (hablo de cine de ficción, por suerte aun nos regala buenos documentales). Pero nada.
Inmersión empieza narrándonos una historia de amor supuestamente intensa entre James McAvoy y Alicia Vicklander para pasar después a hablarnos de la yihad, de la vida y de la muerte… En un film en el que no parece haber ningún sentido narrativo ni ritmo alguno, en el que todo lo que se va contando importando entre poco y nada, donde se suceden frases grandilocuentes que pretenden calar hondo pero que quedan en la superficie.
Lo único positivo a destacar son algunos de los paisajes en los que se rodó (no, ni siquiera los conocidos actores). Insulsa es la palabra que mejor define una película que tardaremos muy poco en olvidar. Definitivamente (y lamentebalemente) no queda ni rastro de aquel gran cineasta alemán que nos regaló joyas de ficción como Alicia en las ciudades o París, Texas. Siempre le quedará el documental, o eso esperamos.
A mi me gusto; Wenders profunsdiza en los personajes. No es de sus mejores películas pero es muy digna.