“The rush of battle is a potent and often lethal addiction, for war is a drug” (Hedges, 2003, War is a force that gives us meaning).
Esta historia está basada en los relatos de Chris Hedges, un periodista independiente que marchó con un escuadrón militar estadounidense de desactivadores de bombas durante la Guerra de Irak. Presenta, por tanto, una visión bastante real a través de un relato ficticio protagonizado por uno de esos especialistas; no obstante, más allá de darnos una opinión política o crítica, nos presenta el perfil adicto a la guerra.
Hay que resaltar que el filme, estrenado en el año 2008, tuvo un gran impacto mediático, así como una aplaudida acogida entre el público y la crítica, llegando a obtener el Oscar a Mejor Película, venciendo a la imbatible Ávatar, de James Cameron. No obstante, ¿por qué, entonces, la película recibió el Oscar y el aplauso del público y de la Academia a pesar de las múltiples críticas recibidas por parte de los veteranos de guerra y algunos especialistas? Aquí algunas de sus declaraciones: «Groseramente exagerada e incorrecta. El personaje principal es más un vaquero de carreras y revólveres. Precisamente el tipo de persona que no andamos buscando”; un miembro del equipo EOD dijo: “La fanfarronería del personaje principal, pone en peligro a todo el equipo. Nuestros jefes de equipo no tienen ese complejo de invencibles, y si lo tuvieran, no se les permitiría operar” . Paul Rieckhoff, fundador de la asociación de veteranos estadounidenses de las guerras de Irak y Afganistán, explicó por qué recibió tanta atención The Hurt Locker: «Las películas, casi más que cualquier otra cosa, serán la forma en que los estadounidenses entiendan nuestra guerra. Por eso creemos que los directores tienen la responsabilidad de retratar nuestra guerra con exactitud» .
Algunas características destacadas en la película fueron las realmente protagonistas dentro del ámbito de seguridad:
A través del personaje principal de esta película, el Sargento William James, U.S Explosive Ordnance Disposal (EOD), reconocemos el fuerte sueño norteamericano de convertir su nación en la salvadora y defensora de la Libertad, un sueño que tanto atrae a los más patriotas y que justifica la involucración del país en los conflictos ajenos ante la necesidad de exhibir su papel de “Padres de la Libertad y de la Democracia”. De esta forma comprendemos por qué, en la película de Bigelow, nuestro superhéroe vive sólo para dar la vida por su país; en cambio, lejos de las esferas del conflicto –en su relación familiar y en las tareas domésticas-, se siente inútil e impotente. “That’s what happens when you embrace dark and wild forces beyond control” , explica esta situación un reportero de guerra empatizando con la actitud del protagonista de la película.
No obstante, no podemos decantarnos por otorgar una actitud psicópata a los soldados norteamericanos en el terreno por su exagerada entrega, a veces injustificada y llegando a ser adictiva, como representa la directora en su filme. Bien es cierto que el Sargento William James desafía constantemente a la actitud prudente y de compañerismo que tanto representan el resto de sus compañeros –una actitud promovida y defendida por las Academias militares más tradicionalistas-, ganándose así una fama de temerario y loco –puesto que pone en riesgo la vida de los demás-, pero la directora desea resaltar cómo ese “adicto al peligro” es el único que logra una implicación real y humana en el conflicto a través de la vinculación emotiva del extranjero con la gente local y su esfuerzo por resolver y ajusticiar la muerte de los más inocentes y desvalidos. De esta manera descubrimos entonces una propuesta constructiva a través del arte que apela a una mejor forma de solventar los conflictos internacionales. Podemos ver entonces que la directora, a través de su película, teoriza sobre la efectividad de la contrainsurgencia al poner el foco de atención en la forma de actuación de las tropas desplegadas, en la forma de aplicar su labor y en su relación con la gente local.
Así, quien parecía incluso antagonista y lejano de empatizar con el público (el sargento Williams), es quien consigue el aplauso y la justificación de su actitud –arriesgando su propia vida y renegando de la comodidad del regreso a casa- gracias a su implicación sentimental y solidaria en el conflicto, llegando incluso a quedar exaltado frente al resto de sus compañeros, que sólo se limitan a obedecer órdenes y a observar desde la distancia al sujeto local como sospechoso y enemigo. Además, al colocar la perspectiva tan cercana a los soldados, permite que el público comprenda y se solidarice con aquellos que entregan su vida, a pesar de los errores que puedan haber cometido –y tan criticados por el cine al comienzo de la invasión-. De esta forma, por primera vez salió vencedora en la Academia una película que invita a entender y a defender la intervención en Irak: “The Hurt Locker is one of the most effective recruiting vehicles for the U.S. Army that I have seen” .
De esta forma, vemos que The Hurt Locker invita a desafiar y a cambiar la tradicional actuación de las tropas desplegadas en suelo extranjero -que llegan con actitud ofensiva y sin llegar a conocer o entablar contacto con la gente local- presentando un “modelo” de ser de un soldado que convierte su obligación de “salvador y protector” en un todo; a pesar de ser un personaje encerrado en el individualismo y en el hedonismo, busca el sentido de su vida y lo haya allí donde puede dar lo mejor de sí mismo – sirviendo a los demás- y, de esta forma, queda exaltado como héroe de guerra, recuperando el reconocimiento social hacia lo militar que tanto se perdió con el principio de la guerra: “The film has the power to talk the audience out of the war but in to the soldier’s point of view as the victim of the war rather than a cog in the machine that brought this war” (Huppauf, 2006).
MARTA Gª OUTÓN
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