Arie Posin es un director de cine que inició sus pasos en la profesión en el año 2005 con la película Kidnapped: Historia de un secuestro y esta vez se arriesga con un drama surrealista que habla de una mujer que enviuda a una edad madura (Annette Bening) pero que, un día, encuentra a un profesor de pintura que resulta ser idéntico físicamente a su exmarido (Ed Harris). El guión es una estrella, porque juega con la sorpresa del público ante una trama inesperada, una situación completamente inexplicable en la que nos introduce sin darnos ninguna pista para entender el misterio. La mezcla de tono dramático, con el de misterio, comedia y romance funciona bastante bien, aunque a veces te pierdes y no sabes muy bien en cual de ellos asentarte o reconocer.
Annette Bening interpreta a una mujer que aún camina atada a un pasado, a su único y perfecto amor de los últimos años, y por ello se convence del amor hacia una ilusión (el hombre que aparece físicamente idéntico a su marido representa cualquier desengaño amoroso en el que uno se aferra para evitar dejar atrás una alegría, pasión perdida). Ed Harris es el fruto de la fantasía de Annette, el hombre que también arrastra un desenamoramiento y un dolor tras de sí y que se aferra al reflejo del amor que la nueva mujer en su vida le demuestra. Ambos viven en un engaño que no desean descubrir.
La historia se centra en el renacimiento de Annette, quizás de una manera demasiado abusiva, porque es obsesivo y cargante, excesivamente lento, el desapego al drama que oculta. Ed Harris tan sólo es la excusa de la trama romántica, aunque enseguida en el amor que intercambian ambos a él no vemos más que el fantasma de un drama. El papel de Robin Williams es secundario, otra víctima de una pérdida sentimental al que aún no le ha llegado su segunda oportunidad, pero en el que descubrimos un amor más sincero, adecuado, y no tan caprichoso y egoísta, como el que se crea entre Ed Harris y Annette Bening.
El trabajo del arte se introduce de varias maneras en el film –decorador, restaurador, pintor- como la salida y expresión del alma de uno, el desahogo de un sentimiento que ocultamos y vamos dando forma con el tiempo. Navegamos a través de los recuerdos de la mujer, aún atados a un pasado que sólo se nos muestra a través de los flashbacks mirando en los rincones, en las fotografías, por la ventana… La fotografía nos ayuda a navegar en esta historia. Primero nos ahonda en el drama, fría, muy contrastada, apagada… pero luego despega llena de luminosidad con el nuevo horizonte de Annette.
Arie Posin apuesta por las segundas oportunidades, incluso a una edad más madura, a que cuando uno cree perdido su camino ante la pérdida de una persona que había acompañado nuestra vida durante tantos años, es posible el volver a revivir un enamoramiento y encontrar la rebeldía en esa pasión despertada.
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