Moonrise Kingdom

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¿Es Moonrise Kingdom una película para niños o para adultos? Es  una historia sencilla, protagonizada por niños y ausente de cualquier secuencia no apta para el público menor. Sin embargo, se desarrolla dentro de ese mundo tan particular que algunos definen como raro del director de “Los Tenembauns” o “Life Aquatic”, más propio de cinéfilos adultos.

Agradezco sentarme en la butaca y que lo que me ofrezca la sesión sea algo diferente. No es algo nuevo encontrarte con una película sobre el primer amor, ese que marca la infancia cuando todavía somos libres. Pero si lo es la frescura con la que lo cuenta Anderson. Una isla remota, un campamento de boy scouts y una extravagante familia componen el curioso escenario en el que se desarrolla este pequeño cuento.

La película enfrenta a dos jóvenes enamorados con los adultos que rodean sus vidas. Esos mayores que amenazan con acabar con sus sueños y devolverles a la aburrida realidad. Una realidad de la que ellos forman parte, desde hace tanto, que les resulta imposible recordar que  un día también fueron libres. La aventura de los protagonistas alcanza su momento de plenitud en Moonrise Kingdom. Una pequeña cala en la que, alejados del resto, pueden ser quienes ellos desean y disfrutar el uno del otro sin tener que hacer lo que los adultos imponen.

Sumergidos en ese mundo, cada plano que vemos es como un colorido cuadro, o, quizás, se parezca más a esas ilustraciones de los libros infantiles en los que cada detalle esta cuidadosamente colocado para seducir a los sensibles ojos de un niño. Los personajes se colocan frente a nosotros, en orden, sin taparse unos a otros, preocupados por completar un preciso encuadre. Los colores de los objetos, vestuario y paisajes  armonizan entre sí, engamados con una suavidad y dulzura propias de la obra de un diseñador gráfico naíf. Cada elemento que aparece, por muy insignificante  que parezca, está cuidadosamente escogido para formar parte de esa atmósfera sin perturbarla lo más mínimo.  Una maleta de viaje, unos prismáticos o un reproductor de vinilos portátiles por el que pujaría el coleccionista más selecto.

Alexandre Desplat, termina de aderezar esta pequeña joya con una ligera y orgánica banda sonora llena de matices surgidos del campo y las canciones infantiles. A esta se suman algunos temas vintage de autores tan variopintos como Hank Williams o Francoise Hardy que convierten algunas escenas en momentos memorables.

Wes Anderson nos deja una gran película, hecha con mucho amor, cuidando cada detalle y nos va seduciendo, poco a poco, a través de los ojos para llegar disimuladamente hasta dentro.

No se si a los niños les gustará pero a mi me hubiera gustado ver algo así con 12 años.

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